La Audiencia Nacional obliga a indemnizar a la viuda y las dos hijas de un vallisoletano que se ahogó en 1998 en la playa sin vigilancia de Los Méjicos
JOSÉ ALBERTO GONZÁLEZ/CARTAGENA
Las vacaciones familiares en La Manga terminaron en una tragedia que sólo ocho años se repara en parte. La viuda y las dos hijas menores de un hombre que murió ahogado en la playa de Los Méjicos en junio de 1998 serán indemnizadas por el Ayuntamiento de Cartagena con 120.000 euros, porque el bañista falleció sin recibir ayuda de ningún socorrista.
Así lo ha acordado en una sentencia la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, que exime al Ministerio de Fomento de responsabilidad por la falta del obligatorio Servicio de Salvamento y Vigilancia.
Según el tribunal, presidido por el magistrado José Luis Sánchez, queda probado que Daniel Pariente Milara, natural de Medina del Campo (Valladolid) y de 37 años, perdió la vida a las 13,50 horas del 29 de junio de 1998, tras esperar desde las doce y cuarto la llegada de las fuerzas de salvamento.
Los socorristas le sacaron del mar a las dos de la tarde, diez minutos después de que muriera tras estar a flote cerca de la playa en una agonía presenciada por decenas de bañistas y varios agentes de la Guardia Civil (también excluidos de responsabilidad).
Ni banderas ni vigilantes
Aunque no ha quedado certificado, al parecer el hombre, de complexión atlética, se lanzó al agua para salvar a unos bañistas en apuros en esta playa del Mar Mediterráneo (La Manga tiene parte de litoral en el Mar Menor).
Según la sentencia, del 13 de febrero, el servicio de salvamento «no era el adecuado» para la emergencia «causante de la muerte»; hubo «un notable retraso» en el rescate; el fallecido no tuvo una «actitud imprudente»; y «ni siquiera consta» que la playa tuviera señales para advertir del estado del mar.
El Ayuntamiento incumplió la Ley 22/1988, de Costas. «En determinados lugares como La Manga del Mar Menor, con afluencia turística durante todo el años y especialmente en los períodos de julio y agosto y en las fechas próximas al mismo, la Administración debe mantener una vigilancia más intensa», señala el fallo.
La Consejería de Presidencia de la Comunidad Autónoma dijo en un informe de 2000 que todos los puestos operativos de Cartagena tenían que estar activos el último fin de semana de junio. Pero, en 1998, los Grupos de Vigilancia y Rescate en el Mar no empezaron a prestar servicio el 1 de julio.
La viuda del fallecido, María Ángeles Balsa, pedía 333.404 euros, pero ella recibirá 60.000 euros, y cada una de sus hijas (Elena, que entonces tenía 3 años, y Miriam, que tenía 7 años) 30.000 euros.
Desde Medina del Campo, la viuda del fallecido afirmó por teléfono a La Verdad que ha recibido la sentencia «con satisfacción y alegría empañada». «Nadie nos devolverá a Daniel, pero la indemnización garantiza el futuro a mis hijas y se reconoce lo que yo vi y viví. Esto no debe pasarle a nadie más», dijo María Ángeles Balsa.
Esta mujer pidió también al Defensor del Pueblo promoviera una ley para que todas las playas españolas tengan medidas de seguridad efectivas y permanentes.
JOSÉ ALBERTO GONZÁLEZ/CARTAGENA
Las vacaciones familiares en La Manga terminaron en una tragedia que sólo ocho años se repara en parte. La viuda y las dos hijas menores de un hombre que murió ahogado en la playa de Los Méjicos en junio de 1998 serán indemnizadas por el Ayuntamiento de Cartagena con 120.000 euros, porque el bañista falleció sin recibir ayuda de ningún socorrista.
Así lo ha acordado en una sentencia la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, que exime al Ministerio de Fomento de responsabilidad por la falta del obligatorio Servicio de Salvamento y Vigilancia.
Según el tribunal, presidido por el magistrado José Luis Sánchez, queda probado que Daniel Pariente Milara, natural de Medina del Campo (Valladolid) y de 37 años, perdió la vida a las 13,50 horas del 29 de junio de 1998, tras esperar desde las doce y cuarto la llegada de las fuerzas de salvamento.
Los socorristas le sacaron del mar a las dos de la tarde, diez minutos después de que muriera tras estar a flote cerca de la playa en una agonía presenciada por decenas de bañistas y varios agentes de la Guardia Civil (también excluidos de responsabilidad).
Ni banderas ni vigilantes
Aunque no ha quedado certificado, al parecer el hombre, de complexión atlética, se lanzó al agua para salvar a unos bañistas en apuros en esta playa del Mar Mediterráneo (La Manga tiene parte de litoral en el Mar Menor).
Según la sentencia, del 13 de febrero, el servicio de salvamento «no era el adecuado» para la emergencia «causante de la muerte»; hubo «un notable retraso» en el rescate; el fallecido no tuvo una «actitud imprudente»; y «ni siquiera consta» que la playa tuviera señales para advertir del estado del mar.
El Ayuntamiento incumplió la Ley 22/1988, de Costas. «En determinados lugares como La Manga del Mar Menor, con afluencia turística durante todo el años y especialmente en los períodos de julio y agosto y en las fechas próximas al mismo, la Administración debe mantener una vigilancia más intensa», señala el fallo.
La Consejería de Presidencia de la Comunidad Autónoma dijo en un informe de 2000 que todos los puestos operativos de Cartagena tenían que estar activos el último fin de semana de junio. Pero, en 1998, los Grupos de Vigilancia y Rescate en el Mar no empezaron a prestar servicio el 1 de julio.
La viuda del fallecido, María Ángeles Balsa, pedía 333.404 euros, pero ella recibirá 60.000 euros, y cada una de sus hijas (Elena, que entonces tenía 3 años, y Miriam, que tenía 7 años) 30.000 euros.
Desde Medina del Campo, la viuda del fallecido afirmó por teléfono a La Verdad que ha recibido la sentencia «con satisfacción y alegría empañada». «Nadie nos devolverá a Daniel, pero la indemnización garantiza el futuro a mis hijas y se reconoce lo que yo vi y viví. Esto no debe pasarle a nadie más», dijo María Ángeles Balsa.
Esta mujer pidió también al Defensor del Pueblo promoviera una ley para que todas las playas españolas tengan medidas de seguridad efectivas y permanentes.