10 intoxicados por setas en Gipuzkoa en un fin de semana

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Jugarse la vida por un plato de setas

Diez personas se intoxicaron el pasado fin de semana por comer especies micológicas venenosas, entre ellas un matrimonio y su hija de Orio, que estuvieron al borde de la muerte






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'Amanitas phalloides' como las que causaron la intoxicación. [FOTO CEDIDA POR EL HOSPITAL DONOSTIA]
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SAN SEBASTIÁN. DV. Al borde de la muerte han estado tres miembros de una familia de Orio, el matrimonio y una hija, tras ingerir en la cena un plato elaborado con la más tóxica de las setas que se pueden encontrar estos días en el monte, la temible Amanita phalloides. Afortunadamente ya se encuentran prácticamente fuera de peligro tras un durísimo tratamiento y después de constatar sin ningún género de dudas, y con la ayuda de dos expertos, que el envenenamiento provenía de esa especie micológica.

Su caso ha sido el más grave entre los diez envenenamientos por setas que se atendieron el pasado fin de semana en el Hospital Donostia -una situación insólita- y el más grave también de cuantos se han registrado en Gipuzkoa en los últimos diez años. Además de esta familia de Orio, también resultaron intoxicadas dos parejas, de Villabona y Lasarte, y otras tres personas más, que llegaron al Hospital Donostia con cuadros clínicos de menor consideración.

Complicada urgencia

Los médicos no podían dar crédito a lo que estaba pasando. No recordaban una situación semejante. Este tipo de urgencia les plantea un verdadero problema, conscientes de que cada tipo de intoxicación precisa un tratamiento específico.

Por eso es muy importante identificar con toda nitidez la especie micológica que ha causado la intoxicación. Pero la mayoría de las veces es una labor ardua, especialmente si se tiene en cuenta que el tiempo corre en contra del paciente. Y hay setas, como la Amanita phalloides, que pueden conducir directamente a la muerte a quienes la ingieren si no son tratados debidamente y en el menor tiempo posible.

En el caso más grave, el de la familia de Orio, resultaba difícil averiguar el tipo de setas que habían ingerido la noche anterior. Habían transcurrido diez horas desde la ingesta hasta el momento en que cruzaron la puerta de Urgencias con los primeros síntomas. Eran las diez y diez de la mañana del pasado viernes y la prioridad de los médicos se centraba en identificar la seta culpable de la intoxicación. Mostraron a los pacientes algunas láminas y, con ciertas dudas, señalaron a la Amanita. Pero había que confirmarlo y esa labor la tiene encomendada desde hace más de veinte años el experto micólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Xabier Laskibar, quien se desplazó inmediatamente al hospital.

No es un inexperto

El especialista hizo varias preguntas al paciente menos afectado, el padre, que en ese momento todavía no había dado síntomas y fue quien realizó la recolección. Esta vez no se trataba de un inexperto. Al contrario, es casero, nacido nacido en Aia y acostumbrado al monte. Por los datos que pudo aportar, el afectado había ido a su pueblo a recoger hongos, una especie que conocía a la perfección, pero casualmente ese día no encontró ni un solo ejemplar y, por no desaprovechar el viaje, recogió lo que él pensaba que eran giberlurdiñas, especie que, según Laskibar, guarda cierta semejanza con las peligrosísimas amanitas. No obstante, el micólogo prefirió asegurarse y se desplazó con el afectado al lugar donde se habían cortado las setas. Un médico, Laskibar y el paciente recogieron en Zarautz a otro experto, José Luis Albizu, y al final la expedición pudo constatar que efectivamente las setas ingeridas eran amanitas.

Ataca al hígado

El médico llamó desde allí al hospital e inmediatamente se inició la aplicación del tratamiento específico a la mujer y la hija. «Los tres han estado al borde de la muerte, lo que hubiera ocurrido si tardan cuatro o cinco horas más en llegar al hospital», asegura Pablo Busca, jefe del servicio de Urgencias. «El tóxico de esta seta afecta directamente al hígado y cuanto más se tarde en aplicar el tratamiento, más posibilidades hay de que se produzca un fallo hepático, y haya que pensar en la posibilidad de un transplante, como comenzamos a plantearnos en este caso: menos mal que la respuesta ha sido positiva». Y es que la intoxicación era importante. Laskibar calcula que la tortilla envenenada debía contener alrededor de diez o doce amanitas, una cantidad «respetable».

Durísimo tratamiento

Tras la identificación de la especie, el servicio de Urgencias puso en marcha el protocolo que se sigue en estos casos. Según el médico Jesús Avilés, especialista en intoxicaciones en el servicio de Urgencias, la estrategia es triple: «Intentamos que el tóxico no siga absorbiéndose y para ello hay que efectuar el famoso lavado de estómago, aunque en estos casos se hace durante un tiempo prolongado -con la familia de Orio, durante cuatro días-; al mismo tiempo hay que tratar de eliminar el tóxico absorbido y, aunque hay muchas formas de hacerlo, la más eficaz consiste en aumentar el volumen de líquidos para que el paciente pueda expulsar el tóxico mediante la orina». La diuresis forzada hay que hacerla durante las primeras 36-38 horas. Y la tercera estrategia se basa en el empleo de antídotos. El tóxico actúa preferentemente sobre las células del hígado y se debe evitar a toda costa que las deteriore. Para ello se emplean dos antídotos muy eficaces, según Avilés: «La penicilina de toda la vida, pero a dosis muy altas, de 20 a 30 millones de unidades al día, y existe otro fármaco eficaz que se obtiene de una planta».

Fases de la intoxicación

Los micólogos saben que el peligro de la intoxicación por setas se refleja en el tiempo que transcurre entre la ingesta y los primeros síntomas. Es un sistema que permite un diagnóstico muy fiable y lo siguen también los médicos, según explica Avilés. Las intoxicaciones por setas, especialmente las más graves, suelen presentar varias fases. «Hay una silente, que va desde el momento de la ingesta hasta que se presentan los primeros síntomas: cuando el periodo de latencia es corto, generalmente la intoxicación suele ser leve o moderada; si este periodo es largo, de más de seis horas, el problema es más grave». Los primeros síntomas no difieren mucho de los que acompañan a una gastroenteritis, es decir, vómitos y diarreas. En los casos más graves, a los tres días se inicia la afectación hepática. «Si en esta fase no se actúa adecuadamente, el paciente puede llegar a morir», explica Juan Avilés. Pero antes de que se produzca el óbito, los médicos tienen que agotar todas las posibilidades, entre ellas el transplante de hígado. En este caso extremo, afirma Pablo Busca, los pacientes entrarían en la lista de espera europea con la máxima prioridad.

El final del túnel

Afortunadamente la familia de Orio ha reaccionado bien al durísimo tratamiento que se les ha aplicado. Ayer fue dado de alta el matrimonio y los médicos esperan que mañana pueda regresar a casa la joven. En realidad, el miércoles ya había pasado la fase aguda, según explica Xabier Goikoetxea, uno de los médicos que les ha tratado en la zona de Observación de Urgencias, que equivale a una unidad de cuidados intermedios. En este área han estado sometidos a controles cada cuatro horas y analíticas, cada ocho. «Tras aparecer la afectación hepática, durante las siguientes 48 horas experimentaron un empeoramiento de la función del hígado y, trascurrido este tiempo, iniciaron la mejoría», señala Goikoetxea. La recuperación será larga, pero no parece que les vayan a quedar secuelas. En estos casos prácticamente el 100% se recupera totalmente, aunque alguna vez se ha visto la evolución hacia una hepatitis crónica.

Escasa mortalidad

Afortunadamente no son muchos los casos de envenenamiento por setas que se registran en Gipuzkoa. La avalancha del pasado fin de semana es excepcional. Y aunque las estadísticas señalan que la mortalidad de la Amanita phalloides es de un 50% sin ningún tipo de tratamiento y de un 3-7% con atención médica, lo cierto es que el último fallecimiento por ingesta de setas en este territorio ocurrió en 1971, según recuerda Xabier Laskibar. La víctima fue una joven de 18 años, vecina de Usurbil. «Mala suerte, porque era una época en la que no había demasiados avances médicos», lamenta Laskibar.

No obstante, evitar una desgracia no es tan difícil, señala el micólogo. En primer lugar, «en caso de duda, no comer la seta»; aunque se tenga seguridad, nunca está de más guardar al menos un día restos no cocinados de la misma partida de ejemplares; a la hora de recolectar las setas, no se deben cortar por el pie, siempre hay que recogerlas enteras. No obstante, Aranzadi posee una consulta micológica, lunes y martes, desde las siete de la tarde, en las torres de Arbide, donde se puede despejar con plena seguridad cualquier tipo de dudas. «¿Cuántas veces nos ha venido gente que iba a comer setas venenosas!», recalca Laskibar.
 
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