Mc Graner
e-mergencista experimentado
Saludos nuevamente, a continuacion os reproduzco un articulo de D.Pedro Anitua en la revista EMERGENCIA 112 nº69 octubre de 2007, y que me parece, ademas de muy sensato, aplicable a todo tipo de servicio de emergencia.
Vuelta y Vuelta: ¿Correr o llegar?
Me decía hace poco un profesional de la construcción de vehículos de bomberos que, según las estadísticas que manejaba una determinada compañía de seguros, la accidentabilidad grave de los camiones de bomberos era mucho mayor que la del resto de los vehículos industriales del mismo tamaño.
“Sí, claro”, me contestó un compañero al que se lo comenté, “normal”.
¿Normal? ¿Podemos asumir como normal el hecho de no llegar a prestar un servicio que se considera vital? ¿Podemos considerar normal que un servicio de salvamento pueda estar a la cabeza de los accidentes?
A mí me parece un escándalo que podamos asumir como normal el hecho de que aquellos que tienen que “garantizar” la llegada no lleguen. Porque no nos engañemos, estamos hablando de eso, de correr para igual no llegar.
Éste es un sector, el de la seguridad, en el que la demagogia está tan permanentemente presente que en muchos casos nos dejamos llevar por ella y ni siquiera ya nos esforzamos por desmentirla, y por tanto termina instalándose en el apartado de creencias que damos por buenas aunque realmente no lo son.
Así, todos hemos oído alguna vez a los defensores de las prisas decir aquello de “por diez segundos puede perderse una vida…”, y se quedan tan tranquilos pensando que han dicho algo inteligente. Una vida puede perderse en diez segundos, en tres, en uno o en una milésima de segundo, ¿y? ¿Qué tiene que ver eso con correr alocadamente y sin control por nuestras calles y carreteras?
En este extraño pero apasionante trabajo nuestro, hay cuatro factores que a mi juicio son fundamentales para anteponer el llegar al correr.
En primer lugar está la atención a las víctimas que nos reclaman el servicio. Tenemos que “garantizarles” que se lo vamos a dar. No puede ser que no lleguemos.
¡¡Que ya te he visto demagogo!! No me digas que entonces vas a parar en todos los semáforos hasta que estén en verde, parar en todos los pasos de cebra y dejar pasar a todos los peatones e ir a 50 kilómetros por hora etc., que ya sabes de lo que estoy hablando… Que se trata de ir a la velocidad que uno controla y nunca por encima de ella, y no todo el mundo controla las mismas velocidades y no todos los vehículos pueden ir de la misma forma… ¡Si ya lo sabes, ¿para qué mareas?!
En segundo lugar está la seguridad de la gente que circula a nuestro alrededor. No hay cosa más penosa que un siniestro generado por un vehículo de salvamento. Debemos reducir a la nada el número de accidentes, algunos muy graves, que generamos en nuestros desplazamientos. Siempre puede haber algún roce, pero ya sabemos de qué hablamos…
En tercer lugar está la propia seguridad laboral de las tripulaciones del vehículo de bomberos, que tienen derecho a que les lleven y les traigan sin accidentes. ¡Cuántos bomberos han quedado tendidos en la carretera mientras acudían a resolver siniestros!
En cuarto lugar y obviamente lo menos importante, pero no por ello deja de tener valor, la seguridad y operatividad del propio vehículo. Un vehículo de bomberos que se accidenta es un recurso que no trabajará durante un tiempo, quizás nunca más si el accidente es grave, y por lo tanto no podrá prestar esos servicios esenciales que se nos demandan. Y un vehículo de bomberos no se compra al día siguiente en el supermercado…
No le echemos siempre la culpa al vehículo porque no es suficientemente bueno. Ajustemos la velocidad a sus prestaciones. No le echemos la culpa siempre al jefe, porque es la costumbre. Todos somos responsables.
Pensemos en todo lo anterior y apoyemos a nuestros conductores quitándoles presión y prisas, todos irán más seguros y el trabajo se hará mejor. Estoy convencido de ello.
Sí, es verdad que por diez segundos se puede perder una vida, o muchas... ¡Que no sea la tuya ni la de tus compañeros! ¡Que no sean las de aquellos a los que no pudimos atender porque no llegamos!
Lo dice la canción: “no es lo mismo correr que llegar; no es lo mismo…”
http://www.emersis.org/emergencia.112/vuelta.asp
Hale a opinar...
Vuelta y Vuelta: ¿Correr o llegar?
Pedro Anitua
Me decía hace poco un profesional de la construcción de vehículos de bomberos que, según las estadísticas que manejaba una determinada compañía de seguros, la accidentabilidad grave de los camiones de bomberos era mucho mayor que la del resto de los vehículos industriales del mismo tamaño.
“Sí, claro”, me contestó un compañero al que se lo comenté, “normal”.
¿Normal? ¿Podemos asumir como normal el hecho de no llegar a prestar un servicio que se considera vital? ¿Podemos considerar normal que un servicio de salvamento pueda estar a la cabeza de los accidentes?
A mí me parece un escándalo que podamos asumir como normal el hecho de que aquellos que tienen que “garantizar” la llegada no lleguen. Porque no nos engañemos, estamos hablando de eso, de correr para igual no llegar.
Éste es un sector, el de la seguridad, en el que la demagogia está tan permanentemente presente que en muchos casos nos dejamos llevar por ella y ni siquiera ya nos esforzamos por desmentirla, y por tanto termina instalándose en el apartado de creencias que damos por buenas aunque realmente no lo son.
Así, todos hemos oído alguna vez a los defensores de las prisas decir aquello de “por diez segundos puede perderse una vida…”, y se quedan tan tranquilos pensando que han dicho algo inteligente. Una vida puede perderse en diez segundos, en tres, en uno o en una milésima de segundo, ¿y? ¿Qué tiene que ver eso con correr alocadamente y sin control por nuestras calles y carreteras?
En este extraño pero apasionante trabajo nuestro, hay cuatro factores que a mi juicio son fundamentales para anteponer el llegar al correr.
En primer lugar está la atención a las víctimas que nos reclaman el servicio. Tenemos que “garantizarles” que se lo vamos a dar. No puede ser que no lleguemos.
¡¡Que ya te he visto demagogo!! No me digas que entonces vas a parar en todos los semáforos hasta que estén en verde, parar en todos los pasos de cebra y dejar pasar a todos los peatones e ir a 50 kilómetros por hora etc., que ya sabes de lo que estoy hablando… Que se trata de ir a la velocidad que uno controla y nunca por encima de ella, y no todo el mundo controla las mismas velocidades y no todos los vehículos pueden ir de la misma forma… ¡Si ya lo sabes, ¿para qué mareas?!
En segundo lugar está la seguridad de la gente que circula a nuestro alrededor. No hay cosa más penosa que un siniestro generado por un vehículo de salvamento. Debemos reducir a la nada el número de accidentes, algunos muy graves, que generamos en nuestros desplazamientos. Siempre puede haber algún roce, pero ya sabemos de qué hablamos…
En tercer lugar está la propia seguridad laboral de las tripulaciones del vehículo de bomberos, que tienen derecho a que les lleven y les traigan sin accidentes. ¡Cuántos bomberos han quedado tendidos en la carretera mientras acudían a resolver siniestros!
En cuarto lugar y obviamente lo menos importante, pero no por ello deja de tener valor, la seguridad y operatividad del propio vehículo. Un vehículo de bomberos que se accidenta es un recurso que no trabajará durante un tiempo, quizás nunca más si el accidente es grave, y por lo tanto no podrá prestar esos servicios esenciales que se nos demandan. Y un vehículo de bomberos no se compra al día siguiente en el supermercado…
No le echemos siempre la culpa al vehículo porque no es suficientemente bueno. Ajustemos la velocidad a sus prestaciones. No le echemos la culpa siempre al jefe, porque es la costumbre. Todos somos responsables.
Pensemos en todo lo anterior y apoyemos a nuestros conductores quitándoles presión y prisas, todos irán más seguros y el trabajo se hará mejor. Estoy convencido de ello.
Sí, es verdad que por diez segundos se puede perder una vida, o muchas... ¡Que no sea la tuya ni la de tus compañeros! ¡Que no sean las de aquellos a los que no pudimos atender porque no llegamos!
Lo dice la canción: “no es lo mismo correr que llegar; no es lo mismo…”
http://www.emersis.org/emergencia.112/vuelta.asp
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