Temblor en México

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Un fuerte terremoto sacude el suroeste de México

El temblor ha registrado una magnitud de 7,8 en la escala de Richter, según el Servicio Geológico de Estados Unidos y el Servicio Sismológico de México

Un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, según la medición del Servicio Geológico de Estados Unidos y el Servicio Sismológico Nacional de México, ha sacudido el sur de México. La onda expansiva se ha dejado sentir también en Ciudad de México sobre las 12.03 hora local (las siete de la tarde en la Península). Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero, Estado donde se localizó el epicentro, ha asegurado que no se han producido víctimas mortales ni importantes daños materiales, aunque las autoridades del Estado están comprobando el estado de las infraestructuras en los municipios del mismo. Colegios y oficinas han sido evacuados en la capital. Miembros de Protección Civil recorren los puntos más vulnerables de la ciudad para evaluar los daños.
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Las autoridades mexicanas han informado de que de momento se han registrado once heridos, según Laura Gurza, titular de Protección Civil en el país. El balance de daños materiales apunta de momento a que unas 500 viviendas se han visto afectadas en Guerrero y 68 en Oaxaca.
El Servicio Sismológico mexicano ha advertido de que las réplicas continuarán durante 24 horas. Hasta las 15 horas de hoy (diez de la noche en la Península) se han producido seis nuevos temblores. Ha habido escenas de pánico cuando miles de personas han salido a la calle por miedo a una réplica.

En la capital, colegios y oficinas han sido evacuados en la capital. Miembros de Protección Civil recorren los puntos más vulnerables de la ciudad para evaluar los daños. Los teléfonos móviles ya funcionan y la corriente eléctrica está cortada en algunos barrios, aunque la capital empieza a recobrar la calma. El metro funciona y el aeropuerto Benito Juárez no ha sufrido daños, según las autoridades del DF. La situación del tráfico es normal. El temblor ha causado también un movimiento telúrico en la red social Twitter, que registra una intensa actividad.

El Instituto Geológico de EE UU ha registrado un segundo seísmo en Oaxaca, de magnitud 5,1 en la escala de Richter. El mismo instituto informó de que simultáneamente se había producido otro terremoto en Indonesia, con una magnitud de 6,2. El Centro de prevención de tsunamis de Hawai descarta que se produzca un maremoto.

Se trata del segundo terremoto en cuatro meses. El presidente mexicano, Felipe Calderón, ha declarado que no se tiene constancia, por el momento, de "daños importantes". El alcalde de Ciudad de México, Marcelo Ebrard, ha informado a través de su cuenta de Twitter de que no hay daños visibles en la capital.

"Hicimos una supervisión aérea rápida, no hay daños mayores, no hay edificio caídos ni muertos. Están funcionando todos los servicios estratégicos", ha indicado Ebrard en rueda de prensa y ha agregado que ahora y de forma "inmediata" se llevará a cabo una revisión específica para conocer los daños de diferente naturaleza que se han denunciado, como grietas, inclinaciones en algunos edificios o la falta de electricidad en ciertos barrios.

El epicentro se registró a 20 kilómetros al sureste de Ometepec, en el sureño estado de Guerrero. También en este estado, uno de los más pobres del país, tuvo su epicentro el último terremoto registrado, en diciembre.

México ha aprendido la lección del terremoto de 1985, que causó decenas de miles de víctimas. Los sistemas de seguridad de los edificios han mejorado notablemente. El país está situado en una de las zonas sísmicas más importantes del mundo, donde interactúan varias placas tectónicas, como la del Pacífico, Cocos, Norteamérica, Caribe y Rivera.
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México aprende del terremoto de 1985

El país mejoró los sistemas de prevención y acción después de la catástrofe de hace 27 años




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Uno de los edificios derrumbados tras el terremoto de 1985. / MANUEL ESCALERA.

Al escuchar los testimonios de algunos habitantes del DF que ayer se vieron sacudidos por el terremoto, uno puede creer que están describiendo una escena de película en la que se aproxima una catástrofe de grandes dimensiones: los edificios moviéndose, la tierra temblando, la gente incapaz de caminar por la calle. Sin embargo, las consecuencias fueron menores – apenas una decena de heridos sin gravedad y daños materiales sin mucha importancia– y para nada comparables al terremoto de 1985, que el martes estaba en la cabeza de los mexicanos. Es cierto que el seísmo fue aproximadamente la mitad de intenso que el de 1985. Pero también que la ciudad poco tiene que ver con la que era entonces.

México aprendió muchas lecciones de lo que ocurrió hace 27 años que le han servido para afrontar temblores como el del martes. Después de enfrentarse a miles de muertos, el país tuvo que reconstruirse y no solo arquitectónicamente. “Aquello fue un parteaguas en muchos sentidos”, asegura el doctor Arturo Iglesias Mendoza, investigador del Departamento de Sismología de la UNAM. Entre las cosas que cambiaron está uno de sus objetos de estudio: los códigos de construcción.

Una de las imágenes más impactantes del terremoto del martes fue la de los edificios balanceándose por el temblor del suelo. Ninguno se derrumbó y no ha habido grandes desperfectos. “El reglamento de construcción se modificó después de aquello. Ahora hay muchos más obligaciones que cumplir cuando se levanta un edificio aunque a veces el sistema de verificación no sea muy eficiente”.

Además de modificar los estándares para asegurar que los edificios pueden resistir a los seísmos, uno de los principales avances fue el cambio de mentalidad: “En ese momento fue cuando empezamos a entender que México debía prepararse para escenarios incluso peores a los de un terremoto de 8,2 grados (como el de 1985). Ahora los edificios nuevos deberían resistir hasta casi nueve”, afirma Víctor Hugo Espíndola, del Servicio Simológico Nacional de México.

El cambio de mentalidad al que se hacía referencia el doctor Iglesias Mendoza afectó a todos los niveles de la población. Entonces, el gobierno de Miguel de la Madrid fue muy criticado por no reaccionar a tiempo y fueron los ciudadanos los que tomaron las riendas. Después de aquello se promovió la creación de instituciones que ayudaran a prevenir y mitigar los efectos de una catástrofe natural. Una de las primeras consecuencias fue la creación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). “Es un órgano que nació por el seísmo, pero lo realmente importante es que ahora se encarga también de estudiar los riesgos hidrometeorológicos (inundaciones, ciclones) o químicos. Todos los aspectos que suponen un riesgo”, explica Carlos Gutiérrez Martínez, director de Investigación del CENAPRED. Además de este organismo, también se creó un sistema de Protección Civil. Su titular, Laura Gurza, ha sido la encargada de informar sobre el balance de los daños del martes y sus efectivos han recorrido la ciudad para evaluar los daños.

El otro gran avance fue la información que llega a los ciudadanos. El martes, los mexicanos salieron de sus casas y se reunieron en el centro de la calle, alejándose de posibles riesgos, tal y como dicen los letreros que cuelgan de cada edificio y que explican qué hacer en estos casos. “La población civil ha recibido una serie de conocimientos donde se les explica qué hacer antes, durante y después de una situación así y eso ayuda a reducir los daños”, asegura Gutiérrez. Un ejemplo: a la misma hora en la que se producía el temblor, en el estado de Chiapas se llevaba a cabo el simulacro de un terremoto prácticamente igual al que se produjo.

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