Voluntarios de Protección Civil acusan al Gobierno vasco de menospreciar su trabajo

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Voluntarios de Protección Civil acusan al Gobierno vasco de menospreciar su trabajo

Medio millar de personas integran estos grupos en Euskadi para ayudar a la Policía y los Bomberos
26.12.2007 - YOLANDA VEIGA

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LOS VOLUNTARIOS, organizados en una treintena de municipios, trabajan de forma altruista. / ARIZMENDI

No son bomberos, ni policías, ni sanitarios. Pero apagan fuegos, regulan el tráfico y atienden accidentes. Los voluntarios de Protección Civil son un variopinto grupo de anónimos ciudadanos, cuya labor responde más al sentido común que a la aplicación de rígidos manuales. Estudiantes, gerentes de empresas, amas de casa, jubilados o mecánicos que se ponen a disposición de sus vecinos y que lo mismo buscan a desaparecidos, echan una mano cuando hay nevadas o velan por la seguridad de participantes y espectadores en una carrera ciclista o en las fiestas patronales.

«Somos el recurso para hacer cosas que otros no hacen», advierte Enrique Pastor, visitador médico de 42 años y responsable del colectivo de Protección Civil del municipio vizcaíno de Amorebieta, que integra una quincena de ciudadanos. Han sido nombrados 'vecinos ilustres' de la villa pero únicamente sienten el calor de sus convecinos. Y a veces ni eso. «Todavía tienes que aguantar que haya quien te vea como el tío del chaleco naranja que le corta la carretera. No se dan cuenta de que estamos ahí para ayudar y de que lo hacemos por la cara», lamenta Emilio, miembro de la agrupación guipuzcoana de Irún.

Si no siempre reciben palmaditas en la espalda de sus vecinos, «menos aún del Gobierno vasco», para el cual las agrupaciones consultadas sólo tienen reproches. «Ni se nos nombra ni se nos reconoce. No hay contacto con nosotros». Las críticas se repiten y se endurecen desde el grupo de voluntarios de Bermeo, cuyo coordinador, Jon Ojanguren, de 56 años, denuncia que la Administración autonómica les trata «con arrogancia, chulería y prepotencia». Y se queja de que el resto de profesionales -policías, ertzainas, bomberos, sanitarios, etc.-, «que son, por otro lado, trabajadores para quitarse el sombrero, nos ven como un cuerpo menor, aunque sepan que hemos solucionado veinte mil problemas y que muchas veces hemos llegado antes».

En el País Vasco, la familia de voluntarios de Protección Civil la compone casi medio millar de personas residentes en una treintena de municipios. Según el Departamento vasco de Interior, responsable institucional de estos grupos, en la actualidad hay trece agrupaciones en Vizcaya, una decena en Álava y siete en Guipúzcoa. Todas ellas se reparten equitativamente el número de voluntarios, con unos 140 por territorio.

En su amplio catálogo de actuaciones se incluye cualquier tipo de emergencias -batidas por el monte para buscar a personas desaparecidas, extinción de fuegos caseros o forestales, limpieza de calzadas cuando hay nevadas o inundaciones...-. Igualmente figuran numerosas acciones preventivas, como el control del tráfico y la vigilancia en eventos de masas. Para desarrollar éstas y otras labores reciben cursillos sobre incendios, transporte sanitario, escalada, psicología de atención a víctimas...

A pesar de que su función «no debe sustituir a la de los profesionales», advierten, los voluntarios de Protección Civil son vecinos del pueblo y, en caso de emergencia, no es raro que aparezcan antes que los bomberos o la Policía. «Cuando un vecino llama por un fuego en una olla, lo apagamos en unos minutos porque si esperamos a que lleguen los Bomberos se pueden quemar los edificios de alrededor», señala, a modo de ejemplo, Ojanguren. A veces también actúan sin requerimiento alguno. «Si vemos un cable de alta tensión en mal estado lo quitamos antes de que pase una desgracia. Conocemos el pueblo y dónde están los problemas». El responsable del grupo de Basauri, Iñaki Rodríguez, agente comercial de 56 años, recuerda una emergencia ocurrida en el parque de Montefuerte. «Un hombre sufrió un infarto en un zarzal, pero el coche de la funeraria no podía subir hasta allí, así que lo hicimos nosotros y le bajamos en una camilla», relata.

La Ertzaintza, a una hora

Hay localidades, especialmente zonas de Álava muy extensas y poco pobladas, en las que la labor de estos voluntarios cobra, si cabe, una importancia mayor. Para ejemplo, Valdegovía. En este municipio alavés reside un millar de vecinos repartidos en núcleos de población pequeños y dispersos. No hay ningún cuerpo de emergencia salvo las 14 personas que integran el grupo de Protección Civil.

«Aquí te roban o te matan y no pasa nada. La comisaría de la Ertzaintza más cercana está en Amurrio, a una hora, y cuando hay un incendio tienen que venir los bomberos de Vitoria, que tardan más de media hora. Así que los primeros que se ponen el chaleco amarillo somos nosotros», explica Patxi Urizar, socorrista de 35 años y responsable del grupo de Valdegovía, quien advierte de que, en sitios así, su labor es «imprescindible». «Nos organizamos por parejas y siempre estamos disponibles las veinticuatro horas del día».

AL DETALLE

Número de voluntarios: 437

Vizcaya: Hay 148 repartidos en 13 agrupaciones (Alonsotegi, Amorebieta, Balmaseda, Barakaldo, Basauri, Bermeo, Ea, Erandio, Getxo, Markina, Mungia, Orduña y Sestao).

Álava: 147 miembros en diez colectivos (Amurrio, Asparrena, Cuadrilla de Añana, Cuadrilla de Campezo, Llodio, Otxandio, Salinillas de Buradón, Salvatierra, Urkabustaiz y Valdegovía).

Guipúzcoa: 142 personas en 8 grupos (Berastegi, Irún, Lezo, Ordizia, Pasaia, Renteria, Tolosa y Zarauz).

Perfil: Mayoritariamente hombres en la treintena. Se aceptan miembros desde los 16 años y hay personas jubiladas.

http://www.elcorreodigital.com/vizc...ntarios-proteccion-civil-acusan-20071226.html
 
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