Víctor
Colaborador
Tributo a los caídos en la tragedia del AH-30
Blanca Esther Oliver
Las Palmas de Gran Canaria
Hoy se cumple el cuarto aniversario del trágico accidente del helicóptero AH-30 del Servicio de Urgencias Canario (SUC) en el que perdieron la vida cinco personas, en el sur de Gran Canaria.
El piloto Ignacio Hernández, de 49 años, el médico Orlando Rodríguez, de 42, y la enfermera Carolina Pérez, de 27, se habían trasladado en el aparato hasta la carretera que lleva a la Presa de Chira, en San Bartolomé de Tirajana, para socorrer a los turistas que resultaron heridos por el vuelco de una guagua. Dos de ellas, Alye Poepjes y Whielina Van der Bij, ambas de 24 años, volaban en el aparato cuando el rotor chocó contra un tendido de cables eléctricos y se estrelló. Todos murieron calcinados.
Han pasado cuatro años y la Plataforma AH-30, que está integrada por un buen número de compañeros de los fallecidos, celebra esta tarde un acto de homenaje en el mismo lugar en el que cayó el helicóptero, en la zona de Cruz Grande, en el que se colocará una placa conmemorativa, en un monolito, en recuerdo de los cinco fallecidos.
Se da la circunstancia de que ésta es la tercera placa que se coloca en el mismo lugar. Las dos anteriores, una al aire y la segunda atornillada a la roca, desaparecieron.
En el mismo acto, se oficiará una liturgia por el alma de los caídos y se leerá un manifiesto reivindicativo de la plataforma.
Carreteras y cables.
Inmaculada Guedes, portavoz de la organización, recalcó que una de las principales peticiones que se hace al Ejecutivo es que se arreglen todas las carreteras de zonas turísticas por la que suelen transitar vehículos de transporte de pasajeros. «Se trata de zonas muy transitadas, especialmente por vehículos que transportan turistas, que es muy urgente acondicionar, para evitar accidentes como el que desencadenó la muerte de nuestros compañeros. Es una labor de prevención en ambos sentidos. Si hubiera buenas carreteras, en muchas ocasiones, no sería precisa la actuación de los helicópteros sanitarios», recalcó.
La plataforma también exigirá que la compañía Unelco señalice los tendidos eléctricos. «Los helicópteros medicalizados vuelan de día sólo con el piloto. Los copilotos sólo lo hacen de noche. Si aquel 30 de marzo, Ignacio hubiera tenido un copiloto, habría visto los cables y la tragedia se podría haber evitado», comentó Guedes. «Recuerdo que, ese día, pocos minutos antes de despegar con las dos heridas, Ignacio comentó que aquellos cables eran un peligro, porque no se veían de lado. Después, fue a morir precisamente por culpa de ese tendido». La Plataforma pretende que el Ejecutivo presione para que esa señalización sea obligada por ley.
Por último, el colectivo reclamará que se utilicen los recursos sanitarios de una forma más lógica. «Desde la sala del 112 es difícil saber cuándo un paciente necesita o no un determinado operativo pero, en general, creemos que se peca de un exceso de celo y, en ocasiones, no se confirma la gravedad de la situación y se activan recursos sin necesidad», indicó. «A nuestro juicio, eso es lo que sucedió aquel 30 de marzo, porque a la zona llegaron cinco helicópteros de distintos servicios cuando la situación de los heridos no lo hacía necesario. Podría haberse solucionado el caso incluso con ambulancias de traslado».
Por todo ello, a partir de este momento, la Plataforma AH-30 exigirá y trabajará para que se cumplan estas reivindicaciones, por la seguridad de las actuaciones futuras, porque, cuatro años después, todo sigue igual que aquel fatídico día.
Apoyo de todas las instituciones.
La Plataforma AH-30 espera que el acto de esta tarde cuente con la afluencia masiva de los compañeros y amigos de los tres profesionales que fallecieron en el accidente, puesto que los familiares no han confirmado su asistencia.
Inmaculada Guedes aseguraba que también se espera la asistencia de las autoridades a las que han invitado, aunque no pudo confirmar sino la presencia de representantes de la Delegación del Gobierno.
«Estamos muy agradecidos del apoyo que nos han prestado las instituciones», dijo Guedes. «Baste decir que la Vicepresidencia del Gobierno canario ha sufragado la mitad de los gastos de la placa y nos han ofrecido toda su colaboración».
Ferrera: «La pericia del piloto nos salvó a todos».
José María Ferrera fue testigo directo de la tragedia. Amigo de Carolina Perés, la enfermera fallecida, vio cómo el helicóptero se elevaba y, tras saltar unas chispas, comenzaba a volar con dificultad.
«Todos los que estábamos en tierra nos quedamos mudos. La cabeza del aparato se quedó hacia abajo y venía directo hacia nosotros. Allí había como cien personas. El piloto viró para intentar aterrizar en una planicie, pero había una guagua aparcada. Entonces, se alejó tras una loma y, cuando volvió a aparecer, todos empezamos a aplaudir», recordó José María.
«Ya venía con un aspa rota, y se dirigió hacia Cruz Grande, donde había un lugar donde podía haber aterrizado, pero no llegó. Se le terminó de romper el aspa y se estrelló».
El descontrol se apoderó de los que contemplaban el suceso. «Nadie atinaba a hacer nada. Los cables cortados en el suelo cortaban la salida de los vehículos y los bomberos echaron a correr por los riscos, para intentar llegar hasta el helicóptero, pero ya era demasiado tarde».
José María aún recuerda aquel trágico día con horror. «Tiempo después, me despertaba oyendo el ruido del helicóptero».
El siniestro le marcó. «Nunca se sabrá qué paso. El piloto es el único que lo sabe y se lo llevó con él. Yo sólo sé que él lo intentó todo antes de estrellarse y que, gracias su pericia y a su profesionalidad, todos los que estábamos allí salvamos la vida».
Canarias7