El primer médico en las vías
NURIA LABARI
Carlos Blanco.
MADRID.- Carlos Blanco ha sido uno de los primeros médicos en llegar a las vías de tren de la calle Téllez, a unos 700 metros de la estación de Atocha, donde explosionó uno de los trenes atacados por ETA esta mañana.
Habitualmente trabaja como Médico de medicina general en el centro privado Maestranza, dependiente de Caja Madrid y situado a unos metros del siniestro. Pero esta mañana ha cambiado su habitual consulta por un campo de batalla. Blanco ha hablado con elmundo.es y éste es su testimonio.
"Generalmente llego a las diez al centro, pero hoy me llamaron a las ocho de la mañana porque estaba llegando un aluvión de heridos de la calle, no sabían de dónde venían. Yo cogí el coche y bajé inmediatamente, pero no iba nervioso, no pensé por un momento que se tratara de una tragedia de estas dimensiones. Ni siquiera encontré tráfico. Puse la radio y hablaban de un posible muerto. A las ocho y cuarto estaba allí. En el centro atendí a algunos heridos leves y me fui a las vías. Allí estaba todo.
Un tren "como atravesado por misiles"
El tren estaba destrozado, es un milagro que no descarrilara. En realidad no parecía que hubiera estallado una bomba dentro. Era como si lo hubieran atravesado tres misiles. Los agujeros medían unos ocho metros de ancho. Peor que en las imágenes. Un amasijo de hierros se abría al cielo, no sé. Como si una chimenea inmensa hubiera explotado llena de acero.
Transeúntes manchados de metralla
Cuando llegué no había apenas ningún médico, no había llegado el Samur, ni los bomberos, sólo había unos cuantos policías y cuerpos muertos a los lados de las vías.
Lo primero que hicimos fue habilitar como hospital de campaña el polideportivo de Daoiz y Velarde, una construcción aún por inaugurar que queda a unos diez metros de las vías. Había centenares de heridos. Muchísimos. A mí me sorprendió la cantidad y cantidad de personas heridas.
Otros cientos peregrinando por las vías con la cara llena de metralla y las ropas destrozadas. Era como ver la secuencia de una película de guerra. Desolador.
Suero, gasas, vendas y latex
Yo me quedé en el polideportivo para ir atendiendo gente. Los voluntarios me traían heridos pegados a las puertas del tren, usando bancos como camillas. Como se podía. Al principio sólo teníamos suero, gasas, vendas y guantes de latex. Luego, con el Samur mejoró el material. Pero era imposible atender a tanta gente.
Separamos a los que podían caminar para que se trasladasen a hospitales a través de autobuses de la EMT, que han servido como lanzadera, y fuimos atendiendo al resto. Llegó mucha gente, mucha ayuda voluntaria indispensable. Porque en esas condiciones, de nada te sirve ponerle a un paciente un suero si no hay nadie para sujetarlo. Pero apoyó todo el mundo.
Vecinos, enfermeras jubiladas que bajaban de sus casas, gente que viajaba en el tren pero podía ayudar, todo el personal del centro médico, personal de limpieza, trabajadores de las oficinas y comercios cercanos… Todo el mundo hacía algo, no había apenas curiosos, y no se oía una voz. Nadie decía nada, el nombre de ETA no se escuchó, aunque supongo que todos sabíamos quien lo había hecho. Pero el desastre era tal que ya no importaba el origen.
Víctimas tranquilas
Las lesiones más comunes eran traumatismos toráxicos, mucha gente no podía respirar por el humo; fracturas de miembros; traumatismos craneales y acústicos, muchos gravísimos; personas mutiladas. Muertos. En el deportivo hemos atendido a más de sesenta personas y todos eran heridos graves. Pero no había ataques de ansiedad, las víctimas estaban tranquilas. Había una mujer buscando a su hija de tres años que ni siquiera la llamaba con insistencia, sólo preguntaba a un lado y a otro por la niña, pero calmada. El traumatismo y el aturdimiento de la gente era tal que no podían ni articular sus nervios. Además, había medio centenar de personas muriéndose literalmente, allí no cabía ni una palabra.
A las diez de la mañana ya habíamos atendido y evacuado a todos los heridos, pero las vías estaban sembradas de cadáveres. Entonces se ha quedado la policía y el CEDAX haciendo su trabajo. Es imposible describir lo que ha ocurrido, ni siquiera las imágenes de la tele dan una idea. Yo creo que a ETA se les ha ido de las manos. Incluso conociendo lo que la banda es capaz de hacer resulta inaudito. Se han tenido que equivocar en las cargas, porque ningún ser humano puede programar una matanza como esta.
La ciudad sembrada de cadávares
Cuando acabó todo nosotros cerramos el Centro Médico, todos mis compañeros estaban muy afectados. Te sientes muy, muy triste después de algo así. Mi profesión es tratar pacientes y que las cosas vayan bien. Pero aquí te das cuenta de que hay gente dispuesta a sembrar una ciudad de cadáveres por pura arbitrariedad. Como médico, es un honor ayudar, pero estos muertos han sido innecesarios e irracionales. Un sinsentido. Algo que nunca debiera haber ocurrido.