Tecnicas de Conducción : Ecoconducción

Shaggy

e-mergencista experimentado
La ecoconducción

El Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), el Instituto para El RACC y el IDAE llevan varios meses impartiendo estos cursos, pero fue a primeros de marzo cuando los abrieron al público. Apuntarse es fácil: basta con pasar por una oficina del RACC y solicitarlo. También se puede pedir información a través de su web: www.racc.es. El precio se sitúa en unos 100 euros, pero, gracias a la colaboración del IDAE y de Avis, se ha logrado un precio de sólo 24 euros por 4 horas de clase con un monitor. El cursillo incluye una parte teórica en la que se transmiten los conceptos básicos de las técnicas de ahorro y otra práctica, pensada para que los conductores experimenten por sí mismos lo fácil que es ahorrar.

Además del público general, el RACC espera gran interés por parte de las flotas de transporte, pues pueden sacar mucho más rendimiento a su dinero. También la Administración está interesada: ya han pasado por el curso todos los conductores del Ministerio de Hacienda.

Ventajas de la “ecoconducción”

Practicar una conducción económica o de corte ecológico reporta al automovilista y a su vehículo muchas ventajas. Por supuesto, la primera es de tipo pecuniario: el ahorro de dinero. Sin embargo, hay más.

Para empezar, todas las prácticas de recorte del gasto nos enseñan a ser más prudentes y sensatos con el coche, con lo que aumentará inmediatamente nuestro grado de seguridad al volante y, por ende, el de los que nos rodean.

Además, como se trata de no forzar los motores y de aprovechar mejor la física del automóvil, tendremos un nivel de confort.

Y, si hablamos de ruido, los beneficios de ser más moderado al volante son enormes: se ha determinado que un solo coche a 4.000 revoluciones por minuto hace más ruido que 32 coches con el motor a 2.000 rpm.

El coche también se beneficiará de estas técnicas de ahorro. Un uso más “pacífico” del motor deviene en menos rozamientos, menos esfuerzo y más duración de la mecánica. Cajas de cambios, neumáticos, frenos… Todos los componentes verán alargarse su vida útil.

Por último, aunque sea a una escala menos perceptible, hay un beneficio enorme: la reducción de la contaminación. En el RACC explican que, en España, el transporte por carretera es el responsable del 28 por ciento de las emisiones de CO2, el gas causante del efecto invernadero. Teniendo en cuenta que estas emisiones están directamente relacionadas con el consumo de combustibles de origen fósil, como la gasolina o el gasóleo, hay que deducir que, bajando este consumo, se limitará la contaminación.

Una preocupación global

El ahorro de combustible no es sólo una preocupación española. El problema del precio del crudo es global y amenaza por igual a débiles y poderosos. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha elaborado un estudio al respecto en el que asegura que es necesario modificar el comportamiento de los usuarios a través de prohibiciones o alternativas.
La AIE apuesta por fomentar de manera decisiva el transporte público, sobre todo en las ciudades. Dice que deben cerrarse carriles exclusivamente para los autobuses y forzar a los particulares a dejar los coches en casa. Sólo con esta medida ya se ahorrarían unos 100 barriles diarios de petróleo. Además, sugieren que se aumenten las frecuencias de paso de los transportes públicos y que se reduzca a la mitad su precio.
Después, la agencia propone campañas para sensibilizar a los ciudadanos en aspectos como hinchar bien los neumáticos, compartir los coches, prohibir la circulación de los vehículos particulares un día de cada diez, fomentar el teletrabajo y, en casos extremos, comprimir la jornada laboral en cuatro días.
Si el problema es muy grave, la AIE cree que sería necesario limitar la velocidad máxima a 90 km/h, extender las prohibiciones de circular y obligar de forma real a que se compartan los coches. Esto llevaría a un ahorro de un millón de barriles de crudo cada día.

Consumo

Así se comporta el consumo

Las técnicas que aquí explicamos están pensadas para motores de inyección, sean Diesel o gasolina. Para los antiguos motores de carburación, aunque alguno de los consejos sirve, en general se pierde eficiacia.

Un motor moderno está controlado por una unidad electrónica de gestión, que es la encargada de decidir cuánto combustible pasa a los cilindros en cada momento. Para ello, esta centralita evalúa parámetros como la posición del acelerador, la marcha engranada, las revoluciones del propulsor, la temperatura del agua… Conociendo estos factores, podemos forzar a la centralita para que reduzca las dosis de combustible.

 
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Controlar las revoluciones, la clave

El RACC subraya la importancia de entender que el caudal de gasolina, o gasóleo, que entra al motor depende de cuánta potencia se demande de esta máquina en ese preciso momento. A su vez, la potencia disponible en un momento dado dependerá de cuánto aceleremos y del régimen de giro del motor.

Así, el correcto empleo de la caja de cambios es vital para el ahorro: seleccionando la marcha más alta posible en cada momento, estaremos obligando al motor a trabajar menos, con lo que evitaremos consumos innecesarios, haremos menos ruido y forzaremos menos la mecánica.

En la práctica, trataremos de cambiar a una velocidad superior lo más rápido posible. Está demostrado que, a partir de 1.000 ó 1.500 revoluciones, para una potencia concreta, el consumo en litros cada 100 km se incrementa al aumentar las revoluciones. Y también está claro que, cuanta menos potencia demandemos, menos gastaremos. Tenemos que acostumbrarnos a mirar el cuentarrevoluciones para decidir los cambios de marcha.

El ralentí, ese derrochón


Uno de los grandes mitos del ahorro de combustible es “la conducción a vela”, es decir, poner el punto muerto y dejar que el coche corra por su propia inercia. Hay quien cree que, al no llevar una marcha engranada, no se gasta carburante y, en realidad, no es así. La gestión electrónica tiene determinado un consumo fijo para ir al ralentí, así que, en punto muerto, siempre inyectará una cantidad que puede estar sobre el medio litro por hora.

Es mucho mejor poner una marcha larga y dejar que el coche ruede con ella puesta sin acelerar. El movimiento de las ruedas mantendrá el motor en marcha y, a más de 20 km/h, el consumo de combustible será nulo.
Por esta misma razón, es importante pasar el menor tiempo posible al ralentí: no quedarse quieto después de arrancar, no demorar el cambio de marchas y no pasar más de un minuto en un atasco con el motor encendido: es mejor apagarlo si vemos que vamos a quedarnos en el sitio mucho tiempo.


Eficiencia energética, el gran problema

Uno de los mayores problemas que deben resolver los ingenieros de automoción es la pérdida de eficiencia energética. Los motores de combustión interna son muy interesantes por su tamaño compacto y su versatilidad, pero no son los mejores a la hora de aprovechar la energía.

Si tomamos un solo litro de gasolina, el 62 por ciento de la energía se desperdicia por pérdidas del propio motor en forma de calor y fricciones mecánicas. Así, en el mejor de los casos, sólo nos quedaría un 38 por ciento de la energía. Pero en ciudad se calcula que otro 17 por ciento se va cuando el motor está al ralentí, así que sólo se puede aprovechar un 21 por ciento de la energía. Después, la transmisión pierde otro 6 por ciento en rozamientos, con lo que sólo llega a las ruedas un mísero 15 por ciento. De aquí se deduce que sólo un 15 por ciento de la gasolina que repostamos sirve realmente para mover las ruedas, con lo que resulta vital gastar la menos posible inútilmente.

Otros factores que influyen en el consumo

Además de los fenómenos físicos propios del movimiento de una máquina, hay otros factores que intervienen de forma decisiva en el mayor o menor consumo de combustible.

Uno de estos factores es el mantenimiento mecánico. Un coche en buenas condiciones gastará siempre menos, pues tendrá que vencer menos resistencias y rozamientos. Es vital realizar diagnosis periódicas del motor, de forma que podamos prevenir averías. También hay que controlar con insistencia los niveles de aceite, agua y otros líquidos. Y, por último, se recomienda comprobar cada dos semanas la presión de los neumáticos. Unas ruedas menos infladas de lo normal son muy peligrosas y, además, más difíciles de mover para el motor.

El aire acondicionado es un gran “ladrón de energía”. Al estar conectado su compresor al propio motor, desvía parte del esfuerzo, con lo que “roba” caballos. Se recomienda seleccionar temperaturas moderadas, no extremas, de forma que el gasto sea menor. Los 23º-24º C son el entorno ideal

La carga del vehículo también altera los consumos, pues modifica la resistencia a la rodadura que tienen que vencer los neumáticos y, por ende, el propulsor. Una mala distribución de la carga hará que ofrezcamos mayor resistencia al aire y volverá el coche más inestable.

Los elementos exteriores, como las bacas, los cajones, los alerones postizos y cualquier otro añadido, también son enemigos del ahorro. Estos apósitos modifican la aerodinámica y, en muchos casos, directamente la destrozan, con lo que el consumo se dispara. Por poner un ejemplo, los hierros de la baca suben un 7 por ciento el gasto. Si llevamos equipaje o carga en ella, gastaremos hasta un 40 por ciento más.

Por las mismas razones aerodinámicas, las ventanillas abiertas son poco recomendables, sobre todo si rodamos rápido.

 
Trucos y técnicas

Trucos y consejos para ahorrar

Lo más difícil de los consejos, trucos y técnicas que han recopilado el RACC y el IDAE no es su aplicación, sino la disciplina necesaria para ejecutarlos. Como veremos a continuación, todo es muy sencillo… si nosotros queremos. Un poco de entrenamiento y un poco de fuerza de voluntad son suficientes para ahorrar hasta un 15 por ciento de gasolina.
Las técnicas que conforma el curso afectan a todas las fases de la conducción y son especialmente útiles en los recorridos urbanos, que son los que más carburante se llevan. Vamos a ir explicándolas paso por paso, de modo que analicemos lo que hay que hacer en cada caso.

Al arrancar

Poner el coche en marcha consume energía, pero, a diferencia de lo que la gente suele creer, lo hace de forma muy controlada: la gestión electrónica sabe lo que debe inyectar y pone en marcha el motor con el esfuerzo mínimo posible. Por esta razón, debemos siempre arrancar sin acelerar.

Si nuestro coche es Diesel, esperaremos cinco segundos antes de iniciar la marcha. Es el tiempo necesario para que la bomba del aceite engrase el motor. Si el coche es de gasolina, nos pondremos en marcha nada más arrancar: cada segundo parados es un segundo de gasto innecesario.

Una precaución a la hora de parar: en los coches turbodiésel es conveniente dejar el coche al ralentí un minuto. Gastaremos gasóleo, pero alargaremos la vida del turbo y, por tanto, evitaremos averías.

Cómo cambiar

Una de las cosas más importantes que enseñan estos cursos es a prestar atención al cuentarrevoluciones. Esto es vital para cambiar, porque nos indicará en qué momento debemos hacerlo. También podemos guiarnos por el marcador de la velocidad, pero es menos preciso.

Debemos tener en cuenta que en las marchas más largas el coche avanza más por cada revolución del motor, con lo que se moverá más con menos esfuerzo energético. Este principio nos llevará a utilizar siempre la marcha más alta posible y abandonaremos las cortas tan pronto podamos.

Cuanto más larga sea la marcha con la que se circula, siempre por encima de un mínimo de revoluciones, menor será el consumo.

Por regla general, en un motor de gasolina cambiaremos a una marcha superior entre las 2.000 y las 2.500 rpm. Si es Diesel, lo haremos entre las 1.500 y las 2.000.
Si preferimos orientarnos por la velocidad, podemos cambiar así:
Meter segunda a los dos segundos o seis metros recorridos.
Meter tercera a partir de los 30 km/h.
Meter cuarta a partir de unos 40 km/h.
Meter quinta a partir de unos 50 km/h.

Los instructores del RACC recomiendan cambiar primero y acelerar después. Para hacerlo dicen que debemos levantar del todo el pie del acelerador antes de pisar el embrague.
También aconsejan ser enérgicos en estos movimientos y no tener miedo a que retiemble el motor y amenace con calarse: pisando con decisión el acelerador, haremos que el propulsor domine los desarrollos largos y gane fuerza rápidamente. Pero no debemos pisar “a tabla”, aunque sí con ganas.

Frenar o decelerar

Las operaciones de deceleración también servirán para ahorrar combustible, porque trataremos de reducir la velocidad sin exigir esfuerzos al motor.
De esta forma, circulando en marchas largas, utilizaremos en lo posible el freno de pie. Si éste se fatiga, o es insuficiente, utilizaremos la reducción de velocidades para aprovechar la retención del motor; es lo que se llama freno motor.

Al reducir, aguantaremos lo más posible antes de bajar velocidades. Si vemos que el motor ya ha bajado mucho de régimen, podemos saltarnos un escalón y llevar la palanca, por ejemplo, de quinta a tercera o de cuarta a segunda. Estos saltos de marcha también sirven para subir: si hemos ganado suficiente velocidad, podemos, por ejemplo, pasar de tercera a quinta.

Las detenciones serán, por tanto, fundamentales. La forma en que nos acercamos a una parada puede suponer que ahorremos o no. La recomendación es aprovechar la inercia de la marcha todo lo posible y dejar que el coche ruede sin acelerar hacia la parada. Para ello, dejaremos una marcha larga engranada, soltaremos el acelerador y dejaremos que el vehículo ruede perdiendo velocidad. Si hace falta, frenaremos un poco con el pie y, sólo si el motor amenaza con calarse, bajaremos una velocidad. No pasa nada por parar, por ejemplo, en tercera.
 
Cómo circular

La forma en que circulamos también determina cuánta gasolina gastamos. La regla básica es la anticipación. Tenemos que ir muy atentos para localizar los carriles más favorables, las detenciones, los semáforos… En cuanto veamos que hay hueco, podremos engranar marchas altas y dejar que el coche circule al “tran-tran”, a 50 ó 60 km/h y en quinta. Así, iremos sin apuros ni agobios de un semáforo a otro, de una parada a otra.

En esta forma de conducir, tan apoyada en las inercias y el uso de los espacios abiertos, es capital el respeto a las distancias de seguridad. Eso también nos despejará el campo visual y nos dará más capacidad de maniobra.

Si el terreno se inclina hacia arriba, haremos lo mismo que en el llano: tratar de mantener la marcha más alta posible, pero hay que tener en cuenta que las fuerzas que hay que vencer son mayores y que, por tanto, hace falta más potencia. Para lograrla, retrasaremos un poco los cambios y los haremos a algunas revoluciones más. Para ayudarnos en esta tarea, aprovecharemos las bajadas para coger impulso y atacar mejor las subidas.
En las bajadas dejaremos que el coche ruede sin acelerar, pero siempre con una marcha engranada, nunca en punto muerto. Además de ser peligroso, supone mayor gasto.

En las curvas, nos regiremos por el mismo principio de las detenciones. Nos aproximaremos a la curva sin acelerar, frenando si fuera preciso para acomodar la velocidad al giro y sólo reduciremos si se hace estrictamente preciso. Para salir, aceleraremos con decisión para ganar otra vez fuerza.
En las caravanas, respetaremos la distancia de seguridad y trataremos de ir en la marcha más larga posible. Si hay paradas de más de un minuto apagaremos el motor. Es mejor eso que estar mucho tiempo al ralentí y, además, el motor de arranque no sufre nada por hacerlo.

Por unas mejores condiciones de vida

Como se observa, todos estos consejos requieren de un cierto esfuerzo personal. No es fácil ir de un semáforo a otro dejándonos llevar por la inercia… nuestras ciudades son lugares donde esa calma no tiene apenas lugar. Sin embargo, los instructores del RACC aseguran que el tiempo empleado para ir de un punto a otro es prácticamente el mismo conduciendo “estresadamente” o conduciendo según estas indicaciones. Sin embargo, el consumo bajará notablemente: hasta un 15 por ciento de ahorro.
Pero, además, están la actitud necesaria para cumplir estos preceptos, la atención que debemos prestar, el cuidado que tenemos que poner… Todo esto nos hará conductores más responsables, más respetuosos y, sobre todo, más seguros. Nuestra calidad de vida al volante mejorará inmediatamente y tendremos menos riesgo de accidente y de avería.

El movimiento se demuestra


Todas estas ideas están muy bien, pero hay que llevarlas a la práctica. Ante nuestro pasmo, los instructores del RACC nos demuestran que funcionan y mucho.

En el curso que hicimos con el RACC había dos prácticas, una antes de la teoría y otra después. Sobre un trazado urbano de 5 kilómetros y con un Mégane turbodiésel, en la primera vuelta este redactor registró una velocidad media de 17,3 km/h y un gasto de 7,5 litros a los 100 km. Después de la lección, hice los 5 kilómetros a una velocidad media de 20,1 km/h con un gasto de sólo 6,1 litros a los 100 km. Es decir, logré reducir el consumo en 1,2 litros cada 100 km y fuimos más rápido. Encima, el tráfico era mucho más denso en la segunda ocasión…

Si extrapolamos estos datos a la vida real, podríamos decir que, haciendo una media de 20.000 km al año, nos estaríamos ahorrando unos 235 euros anuales en gasóleo. Al precio que van los combustibles, no está nada mal. Eso por no hablar de respiro que le daremos a la naturaleza y de lo mejores conductores que seremos…

Nuestros consejos

En Autopista Online tenemos nuestro propio "librillo" para ahorrar combustible. Es una recopilación de técnicas y trucos que te serán muy útiles para arañar unos litros a cada depósito. Los tienes en la sección de Documentos de Interés. No te pierdas nuestros consejos:

 
Consejos para ahorrar combustible

- Iniciar la marcha de forma suave y progresiva.

- Mantener una velocidad lo más constante posible.

- Limitar al máximo la aceleración, ya sea positiva (para aumentar la velocidad), negativa (para reducirla) o lateral (al tomar curvas).

- Frenar lo menos posible –siempre sin poner en riesgo la seguridad-.

- Reducir, en deceleraciones, de marcha lo más tarde posible para lograr el corte de inyección.

- Circular en marchas largas a regímenes que no superen con holgura los valores de par máximo.

- Conducir con previsión y anticipación para evitar maniobras bruscas e innecesarias.


Contradicciones de autoescuela

Los monitores del RACC reconocen que estas técnicas deberían estar incluidas en el aprendizaje de los aspirantes a conductor. Sin embargo, explican que, en la práctica, es imposible enseñar a conducir así a los alumnos de las autoescuelas. Al fin y al cabo, ellos quieren aprobar y, para aprobar, tienen que hacer lo que los examinadores quieren que hagan. Preocupados por la seguridad de los futuros conductores, los técnicos de Tráfico piden que el alumno demuestre ser enérgico en el manejo del motor, que tenga siempre potencia de reserva y que sepa cómo emplearla. En pocas palabras, les gusta que los alumnos lleven el motor un poco revolucionado. Obvio es decir que esto choca de frente con todo lo dicho hasta ahora.
 
interesante todo esto pero realmente es aplicable a los vehiculos de emergencias? tengo mis dudas

en el caso de orografias complicadas como en las islas lo veo mas dificil aun aun excepto en las autopistas

que opinais?
 
Yo lo veo aplicable de hecho en Nochevieja tuve que realizar unos 16 km por via interurbana sin prioridad (iba vacio) y realize una conduccion economica que de paso me servia para calentar el habitaculo sin prisas
 
Añadir que el estado de filtros, aceites, presion de ruedas,...
tambien ayuda a reducir emisiones de contaminantes.
 
eso yo lo hacia en cada servicio, si el vehiculo estaba aparcado durante un buen rato, unas 2 horas, sino cogiamos otro vehiculo de similares dimensiones, salvo en la medicalizada
 
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