Congrio
e-mergencista experimentado
ARTÍCULOS EXTRAÍDOS DE LA EDICIÓN DE HOY DEL DIARIO "EL CORREO"
VIZCAYA
Las emergencias pasan un mal trago
La muerte de un joven en plena calle en Bilbao abre un debate sobre la asistencia sanitaria a personas ebrias
AINHOA DE LAS HERAS/BILBAO
OPINIÓN/Muerte en la calle
«A veces les acompañamos a casa»
Semisentados y con la cabeza ladeada
Un joven de unos 30 años murió el jueves, aparentemente bajo los efectos del alcohol, en plena calle Iturribide de Bilbao, sin que los sanitarios de dos ambulancias que acudieron en su auxilio avisadas por vecinos y comerciantes pudieran hacer nada por evitarlo. El equipo de la DYA desplazado en primer lugar comprobó que la persona estaba consciente, sentada en el bordillo de un portal y, siguiendo el «protocolo habitual», los facultativos descartaron su evacuación a un hospital.
La charcutera del barrio, preocupada por su estado, había telefoneado al 112 pasadas las siete de la tarde. Posteriormente, otros vecinos llamaron también al número de emergencias, aunque esta vez la voz de alarma sonaba más grave. Cuando una patrulla de la Policía Municipal llegó al número 64 a las 19.40 horas, los agentes encontraron al joven «con la cabeza entre las piernas».
Tras incorporarle, comprobaron que presentaba un «color azulado» y carecía de pulso, según el informe policial al que ha tenido acceso este periódico. Los policías empezaron entonces a practicarle las primeras maniobras de reanimación sin resultados. Un médico de ambulancias municipales confirmó el fallecimiento poco después, a las ocho y veinte. El levantamiento del cadáver se ordenó a las diez de la noche. A falta de conocer el resultado de la autopsia, el muchacho pudo morir por la «aspiración del vómito», según algunas fuentes.
Vecinos mostraron su intención de denunciar el caso al entender que había habido una asistencia deficitaria. Sin embargo, las normas sanitarias parecen avalar la actuación de las ambulancias. Desde el mundo de las emergencias se plantea la presencia de personas ebrias en la vía pública como un «problema social más que de salud».
«Si trasladáramos a todos los borrachos, las urgencias se colapsarían y no tendríamos ambulancias disponibles para casos más urgentes», argumenta un especialista. Sólo el pasado fin de semana, la DYA atendió doce casos de etilismo en la vía pública en Bilbao. La mayoría correspondían a jóvenes, algunos adolescentes, que habían ingerido grandes cantidades de alcohol en poco tiempo y eran víctimas de intoxicaciones agudas.
«Los pacientes alcohólicos son los más temidos en una emergencia, los que más sustos dan; requieren mucho tiempo de observación para luego no poder hacer nada más que esperar a que despierte. Por eso no suelen ser bien recibidos en las urgencias hospitalarias», afirma Andoni Oleagordia, responsable del SAMU en Bilbao.
«Valoración individual»
Osakidetza, por su parte, aclara que no existe un protocolo sanitario de actuación que indique si las personas ebrias deben ser trasladadas a un centro médico o no, sino que el tratamiento depende de la «valoración individual» del facultativo en cada salida. Cuando el paciente sufra un coma etílico o su estado pueda poner en peligro su vida, entonces no hay duda de que debe ser evacuado a un centro hospitalario para recibir cuidados especializados. Sin embargo, ¿qué ocurre si se trata de un caso no tan extremo? «La gente no comprende que no traslades a una persona etílica y solemos tener broncas por eso», reconocen desde la DYA.
Los hospitales aseguran que se asiste a todo el que acude a Urgencias, sea cual sea su dolencia. «Si es una borrachera sin más se le dirá 'estate ahí hasta que se te pase'», aclara un portavoz de Cruces .
Durante la última Aste Nagusia, momento en el que la ingesta abusiva de alcohol en la calle se convierte en un problema de orden público, el Ayuntamiento buscó una solución. Montó en la plaza Ercoreca un puesto médico, con una sala para etílicos, experiencia ensayada ya en otras ciudades españolas. El local acogía a quienes se pasaban de copas para que 'durmieran la mona', según los expertos, la mejor y casi única forma de superar una borrachera.
VIZCAYA
Las emergencias pasan un mal trago
La muerte de un joven en plena calle en Bilbao abre un debate sobre la asistencia sanitaria a personas ebrias
AINHOA DE LAS HERAS/BILBAO
OPINIÓN/Muerte en la calle
«A veces les acompañamos a casa»
Semisentados y con la cabeza ladeada
Un joven de unos 30 años murió el jueves, aparentemente bajo los efectos del alcohol, en plena calle Iturribide de Bilbao, sin que los sanitarios de dos ambulancias que acudieron en su auxilio avisadas por vecinos y comerciantes pudieran hacer nada por evitarlo. El equipo de la DYA desplazado en primer lugar comprobó que la persona estaba consciente, sentada en el bordillo de un portal y, siguiendo el «protocolo habitual», los facultativos descartaron su evacuación a un hospital.
La charcutera del barrio, preocupada por su estado, había telefoneado al 112 pasadas las siete de la tarde. Posteriormente, otros vecinos llamaron también al número de emergencias, aunque esta vez la voz de alarma sonaba más grave. Cuando una patrulla de la Policía Municipal llegó al número 64 a las 19.40 horas, los agentes encontraron al joven «con la cabeza entre las piernas».
Tras incorporarle, comprobaron que presentaba un «color azulado» y carecía de pulso, según el informe policial al que ha tenido acceso este periódico. Los policías empezaron entonces a practicarle las primeras maniobras de reanimación sin resultados. Un médico de ambulancias municipales confirmó el fallecimiento poco después, a las ocho y veinte. El levantamiento del cadáver se ordenó a las diez de la noche. A falta de conocer el resultado de la autopsia, el muchacho pudo morir por la «aspiración del vómito», según algunas fuentes.
Vecinos mostraron su intención de denunciar el caso al entender que había habido una asistencia deficitaria. Sin embargo, las normas sanitarias parecen avalar la actuación de las ambulancias. Desde el mundo de las emergencias se plantea la presencia de personas ebrias en la vía pública como un «problema social más que de salud».
«Si trasladáramos a todos los borrachos, las urgencias se colapsarían y no tendríamos ambulancias disponibles para casos más urgentes», argumenta un especialista. Sólo el pasado fin de semana, la DYA atendió doce casos de etilismo en la vía pública en Bilbao. La mayoría correspondían a jóvenes, algunos adolescentes, que habían ingerido grandes cantidades de alcohol en poco tiempo y eran víctimas de intoxicaciones agudas.
«Los pacientes alcohólicos son los más temidos en una emergencia, los que más sustos dan; requieren mucho tiempo de observación para luego no poder hacer nada más que esperar a que despierte. Por eso no suelen ser bien recibidos en las urgencias hospitalarias», afirma Andoni Oleagordia, responsable del SAMU en Bilbao.
«Valoración individual»
Osakidetza, por su parte, aclara que no existe un protocolo sanitario de actuación que indique si las personas ebrias deben ser trasladadas a un centro médico o no, sino que el tratamiento depende de la «valoración individual» del facultativo en cada salida. Cuando el paciente sufra un coma etílico o su estado pueda poner en peligro su vida, entonces no hay duda de que debe ser evacuado a un centro hospitalario para recibir cuidados especializados. Sin embargo, ¿qué ocurre si se trata de un caso no tan extremo? «La gente no comprende que no traslades a una persona etílica y solemos tener broncas por eso», reconocen desde la DYA.
Los hospitales aseguran que se asiste a todo el que acude a Urgencias, sea cual sea su dolencia. «Si es una borrachera sin más se le dirá 'estate ahí hasta que se te pase'», aclara un portavoz de Cruces .
Durante la última Aste Nagusia, momento en el que la ingesta abusiva de alcohol en la calle se convierte en un problema de orden público, el Ayuntamiento buscó una solución. Montó en la plaza Ercoreca un puesto médico, con una sala para etílicos, experiencia ensayada ya en otras ciudades españolas. El local acogía a quienes se pasaban de copas para que 'durmieran la mona', según los expertos, la mejor y casi única forma de superar una borrachera.