tanidya
e-mergencista experimentado
No se si este será el foro correcto, pero al hilo de una noticia que está trayendo bastante polémica en el Pais Vasco, me gustaría conocer que sistemas teneis en vuestras comunidades, que habría que hacer en estos casos, y si creeis que la actuación ha sido negligente en este caso.
Ahí va la noticia:
"Las últimas horas de un 'sin techo' en San Sebastián
Un baracaldés que dormía en un banco de Amara murió de frío por la pasividad de los servicios de emergencia, que no acudieron a las llamadas de los vecinos.
Centro de pernoctación contra el frío de Zorroaga. [USOZ]
Ramón Balenziaga es quien recogió a Francisco de un banco cercano al instituto Usandizaga. Le conocía desde hace ocho años, tiempo en el que había entablado una relación de confianza con él, a pesar de que Francisco padecía trastornos psíquicos y evitaba el contacto con las personas. Ramón, como otros vecinos del barrio, trataba de ayudarlo en la medida de lo posible, por lo que se preocupó por él cuando las noches de diciembre empezaron a ser especialmente frías.
«Tres días antes de su muerte, una señora me comentó que Francisco estaba muy mal. Fui a verlo y comprobé que apenas podía moverse. Le llevé a cenar a mi casa y después le propuse que pasara la noche en el centro de Cáritas Hotzaldi. Él accedió y al día siguiente incluso me agradeció que le hubiera llevado. Esa noche volví a cenar con él, pero cuando le ofrecí llevarle de nuevo a Hotzaldi, se negó en redondo. Por sus trastornos, tenía grandes dificultades para permanecer en una misma sala con mucha gente, por lo que no le gustaba pasar lo noche en los centros de pernoctación. Traté de convencerlo, pero él prefirió irse a dormir a su banco», relata Balenziaga.
Entonces comenzó una sucesión de llamadas que sumió a Ramón en la «impotencia». «Yo sabía que su vida corría peligro, así que llamé a SOS Deiak. Allí me remitieron a la Guardia Municipal, donde me dijeron que no podían trasladarlo a un centro en contra de su voluntad. Cuando les comenté que sus trastornos psíquicos le impedían ser consciente del riesgo que corría, me dijeron que entonces era un problema médico, y que llamara otra vez a SOS Deiak. Volví a llamar al 112 diciendo que el peligro de que muriera me parecía real, pero la telefonista me contestó que ya habían dado respuesta a mi petición y añadió: 'como ciudadano haga lo que crea que tiene que hacer'. También llamé al servicio de urgencias de la Diputación, y me dijeron que ellos no se dedicaban a trasladar indigentes».
Finalmente, tras horas de insistencia en las que Ramón oyó frases como «no pase frío esperando, porque no vamos a ir», una patrulla de la Guardia Municipal se personó en el lugar e informó a Francisco de que contaba con la posibilidad de ser trasladado a un centro de noche. Él se negó a ir y se quedó en su banco de Amara.
La noche siguiente volvió a caer una fuerte helada sobre San Sebastián, pero Francisco se mantuvo en sus trece y no aceptó pasar la noche en la 'casa del frío', a pesar de la insistencia de Ramón. «A las cinco de la mañana, como no podía dormir, bajé al banco para ver cómo estaba y lo encontré rígido, con apenas un hilo de voz. Ya estaba cansado de llamar a los servicios de emergencia y recibir negativas, así que metí mi coche en el parque y llevé a Francisco a Urgencias. Lo ingresaron en la UCI con síntomas de hipotermia, hipotensión e hipoglucemia. A las ocho de la tarde murió».
Una vida difícil
Tras rememorar los últimos días de Francisco, a Ramón Balenziaga, integrante del Secretariado Social Diocesano Justicia y Paz, se le escapan algunas reflexiones: «Da la impresión de que muchas personas están totalmente desamparadas en una sociedad opulenta como la nuestra, que además se dice solidaria. ¿Hay que dejarles morir de frío sin hacer nada? Llamé a varios servicios y todos me dijeron que no era su problema. Que no podían ir en contra de su voluntad. ¿No? Otras veces ya le echaron en contra de su voluntad de algún banco donde dormía. Se estaba muriendo y él no era capaz de verlo por sí mismo».
Balenziaga cree que «la sociedad está perdiendo humanidad y algunos trastornos no son casuales. Francisco no tenía más culpa que haber nacido y arrastraba una vida muy difícil. Conociendo su historia, no es extraño que no quisiera integrarse en la sociedad. Cuando le decía que no bebiera tanto, él me respondía: '¿Cómo quieres que aguante esta vida si no bebo?'».
Francisco nació en Barakaldo y no llegó a conocer a sus padres. Fue adoptado por un pastor de Tafalla que lo maltrató hasta provocarle daños psíquicos. Desde que huyó de aquel infierno había vivido en la calle, donde perdió la vida una noche de diciembre."
Ahí va la noticia:
"Las últimas horas de un 'sin techo' en San Sebastián
Un baracaldés que dormía en un banco de Amara murió de frío por la pasividad de los servicios de emergencia, que no acudieron a las llamadas de los vecinos.

Ramón Balenziaga es quien recogió a Francisco de un banco cercano al instituto Usandizaga. Le conocía desde hace ocho años, tiempo en el que había entablado una relación de confianza con él, a pesar de que Francisco padecía trastornos psíquicos y evitaba el contacto con las personas. Ramón, como otros vecinos del barrio, trataba de ayudarlo en la medida de lo posible, por lo que se preocupó por él cuando las noches de diciembre empezaron a ser especialmente frías.
«Tres días antes de su muerte, una señora me comentó que Francisco estaba muy mal. Fui a verlo y comprobé que apenas podía moverse. Le llevé a cenar a mi casa y después le propuse que pasara la noche en el centro de Cáritas Hotzaldi. Él accedió y al día siguiente incluso me agradeció que le hubiera llevado. Esa noche volví a cenar con él, pero cuando le ofrecí llevarle de nuevo a Hotzaldi, se negó en redondo. Por sus trastornos, tenía grandes dificultades para permanecer en una misma sala con mucha gente, por lo que no le gustaba pasar lo noche en los centros de pernoctación. Traté de convencerlo, pero él prefirió irse a dormir a su banco», relata Balenziaga.
Entonces comenzó una sucesión de llamadas que sumió a Ramón en la «impotencia». «Yo sabía que su vida corría peligro, así que llamé a SOS Deiak. Allí me remitieron a la Guardia Municipal, donde me dijeron que no podían trasladarlo a un centro en contra de su voluntad. Cuando les comenté que sus trastornos psíquicos le impedían ser consciente del riesgo que corría, me dijeron que entonces era un problema médico, y que llamara otra vez a SOS Deiak. Volví a llamar al 112 diciendo que el peligro de que muriera me parecía real, pero la telefonista me contestó que ya habían dado respuesta a mi petición y añadió: 'como ciudadano haga lo que crea que tiene que hacer'. También llamé al servicio de urgencias de la Diputación, y me dijeron que ellos no se dedicaban a trasladar indigentes».
Finalmente, tras horas de insistencia en las que Ramón oyó frases como «no pase frío esperando, porque no vamos a ir», una patrulla de la Guardia Municipal se personó en el lugar e informó a Francisco de que contaba con la posibilidad de ser trasladado a un centro de noche. Él se negó a ir y se quedó en su banco de Amara.
La noche siguiente volvió a caer una fuerte helada sobre San Sebastián, pero Francisco se mantuvo en sus trece y no aceptó pasar la noche en la 'casa del frío', a pesar de la insistencia de Ramón. «A las cinco de la mañana, como no podía dormir, bajé al banco para ver cómo estaba y lo encontré rígido, con apenas un hilo de voz. Ya estaba cansado de llamar a los servicios de emergencia y recibir negativas, así que metí mi coche en el parque y llevé a Francisco a Urgencias. Lo ingresaron en la UCI con síntomas de hipotermia, hipotensión e hipoglucemia. A las ocho de la tarde murió».
Una vida difícil
Tras rememorar los últimos días de Francisco, a Ramón Balenziaga, integrante del Secretariado Social Diocesano Justicia y Paz, se le escapan algunas reflexiones: «Da la impresión de que muchas personas están totalmente desamparadas en una sociedad opulenta como la nuestra, que además se dice solidaria. ¿Hay que dejarles morir de frío sin hacer nada? Llamé a varios servicios y todos me dijeron que no era su problema. Que no podían ir en contra de su voluntad. ¿No? Otras veces ya le echaron en contra de su voluntad de algún banco donde dormía. Se estaba muriendo y él no era capaz de verlo por sí mismo».
Balenziaga cree que «la sociedad está perdiendo humanidad y algunos trastornos no son casuales. Francisco no tenía más culpa que haber nacido y arrastraba una vida muy difícil. Conociendo su historia, no es extraño que no quisiera integrarse en la sociedad. Cuando le decía que no bebiera tanto, él me respondía: '¿Cómo quieres que aguante esta vida si no bebo?'».
Francisco nació en Barakaldo y no llegó a conocer a sus padres. Fue adoptado por un pastor de Tafalla que lo maltrató hasta provocarle daños psíquicos. Desde que huyó de aquel infierno había vivido en la calle, donde perdió la vida una noche de diciembre."