Adjunto un poco de lo que nos esta sucediendo "un saludo a todos y mucho cuidado fuera"
Un voluntario de la DYA relata las tres agresiones que ha sufrido mientras atendía emergencias
MARTA FDEZ. VALLEJO/BILBAO
La batalla campal que se desencadenó el último día de la Aste Nagusia después de que varios individuos impidieran el paso a una ambulancia en Bilbao la Vieja fue el último episodio de la serie de ataques que sufren los equipos sanitarios de urgencia desde hace meses. El voluntario de la DYA Jon Ander M., de 19 años, se ha enfrentado a estos actos vandálicos en primera línea. Estaba presente en los tres ataques sufridos por la DYA en el último año y ha permanecido más de un mes de baja por los golpes que recibió. No quiere que se le reconozca porque está amenazado de muerte. «Ahora sales con más miedo en la ambulancia, en alerta», se lamenta.
En la primera agresión fue el propio paciente el que golpeó al voluntario de la DYA. «Fuimos a realizar un traslado a la comisaría de Zabalburu. Era un detenido que se encontraba mal, estaba exaltado y bajo la influencia del alcohol, pero no quería ser trasladado. Al final, accedió. Le evacuamos a Basurto y al sacarle de la ambulancia, se dio la vuelta y me dio una patada. Tuve una fisura en las costillas». Estuvo quince días de baja.
La misma semana en que volvió a reincorporarse a su trabajo en la DYA se vio envuelto en una trifulca en la que se llevó la peor parte. «Una mujer había sufrido una bajada de tensión en Ibarrekolanda y, al desmayarse, se golpeó la cabeza con el suelo. Su compañero, un hombre de origen colombiano, se negó a que la trasladáramos. Se lió a puñetazos con los ertzainas y con nosotros. Hasta la hija, de 15 años, nos mordía las piernas», recuerda el joven. Estuvo con el brazo escayolado otros quince días.
«Minar la moral»
El último incidente aún le quita el sueño. Fue el 11 de agosto en la plaza de La Casilla de Bilbao. Iban a trasladar a una chica con una crisis de ansiedad. «Uno de los acompañantes quería ir con ella en la ambulancia. Le dijimos que no se podía. El se agarró a la mano de la joven y no la soltaba, mientras otro intentaba sacar la camilla de la ambulancia. La Ertzaintza tuvo que intervenir», relata.
El equipo de la DYA dejó a la herida en el hospital. Cuando se encontraban parados en un semáforo, el chico que había querido ir en la ambulancia se metió por la ventanilla de la ambulancia y le dio un puñetazo al conductor. «Se arrojó sobre mí, mientras nos insultaba y amenazaba de muerte». Jon Ander tuvo la mala suerte de que el acusado viviera cerca de su casa. El agresor le advirtió: «Somos vecinos y te espero para arreglar cuentas y matarte».
El voluntario de la DYA ingresó en Basurto con una crisis de ansiedad. Las amenazas e insultos de ese individuo se repitieron la pasada semana con otra dotación de la DYA, en la que trató de introducirse a la fuerza.
«Se está complicando mucho nuestra labor. Y se te pasa por la cabeza dejarlo. En el concierto de Fito nos tiraban botellas contra los vehículos. El consumo de alcohol y drogas va muy mal», comenta el joven voluntario. «Es un sinsentido. No lo entendemos», añade Juan Carlos Romo, responsable de servicios especiales de la DYA. «Vamos a una emergencia, a salvar la vida de una persona en peligro y la gente te golpea la ambulancia y no te deja pasar».
El presidente de la Asociación de Ayuda y Carretera, Juan Antonio Usparicha, ha dado la voz de alarma. «Los insultos, amenazas y agresiones que venimos padeciendo últimamente están minando la moral, el espíritu y la voluntad» de los colaboradores, que trabajan de forma altruista.
Noticia de El Correo Español
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