Los cadáveres no ocasionan epidemias en casos de desastres
Washington, D.C., 23 de septiembre de 2004 (OPS)—Las epidemias no ocurren espontáneamente después de un desastre y los cadáveres no conducen a brotes de enfermedades, asegura la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Cuando se asocian cadáveres con epidemias, muchas veces las autoridades tienden a tomar decisiones erróneas, como hacer entierros masivos, aseguran expertos de la OPS. Las consecuencias de estas decisiones son dramáticas y se suman a las del propio desastre.
Este tema de salud salió a la luz a partir de la información de la Dirección de Protección Civil de Haití, en donde se reportan más de 1.013 muertos y un número mayor de desaparecidos luego de las inundaciones provocadas por el paso de la tormenta tropical Jeanne.
Para enfrentar las consecuencias de los últimos desastres, la OPS y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han movilizado equipos de coordinadores de desastre, médicos, ingenieros civiles y sanitarios, expertos de sistemas de salud y personal de manejo de suministros, a las Bahamas, Barbados, las Islas Caimán, la República Dominicana, Granada, Haití y Jamaica, y ha movilizado personal situado en Cuba y en Panamá. La OPS también ha apelado a la comunidad internacional a que ayuden y está coordinando los envíos de los suministros vitales mediante su Sistema de Manejo de Suministros Humanitarios (SUMA).
"Lamentablemente seguimos siendo testigos del empleo de fosas comunes y de cremaciones masivas para una rápida disposición de los cuerpos, a partir de mitos y creencias de que los cadáveres representan un alto riesgo como focos de epidemias", explica la Dra. Mirta Roses Periago, directora de la OPS, en la introducción del libro Manejo de cadáveres en situaciones de desastres. Los agentes que causan enfermedades contagiosas no sobreviven mucho tiempo en un cuerpo muerto.
Además, agrega Roses, "lo más grave es que estas acciones se realizan sin respetar los procesos de identificación ni preservación de individualidad de los cuerpos, lo cual no sólo contraviene las normas culturales y las creencias religiosas de la población, sino que genera consecuencias sociales, psicológicas, emocionales, económicas, legales y jurídicas sobre la herencia, que agravan los daños originalmente ocasionados por el desastre".
Según el texto Asistencia Humanitaria en caso de Desastres. Guía para proveer ayuda eficaz, publicado por la OPS, es esencial "realizar un manejo de cadáveres de manera que se pueda identificar posteriormente a las víctimas".
"Cuando no se identifican adecuadamente los cuerpos, los cónyuges o los descendientes pueden quedar perdidos en un limbo legal", asegura el Dr. Claude de Ville, ex jefe del Programa de Desastres de la OPS, autor del editorial de la edición de mayo de la Revista Panamericana de Salud Pública. "Esto -agrega- puede contribuir a desarrollar trastornos mentales asociados al desastre y a problemas posteriores en la rehabilitación".
"También ocurre que estos entierros compulsivos incrementan la falta de credibilidad de las autoridades", afirma el Dr. Jean Luc Poncelet, jefe del Área de Preparativos y Socorro en casos de Desastre de la OPS.
La Organización ha elaborado una serie de recomendaciones para que esta reacción innecesaria y altamente negativa se revierta. Algunas de ellas son:
Dar todas las facilidades para que la ciudadanía tenga acceso a los cuerpos, así como prestar la ayuda posible para la disposición final.
Las inhumaciones deben hacerse de forma tal que permitan la recuperación posterior de los cadáveres. Por eso hay que evitar bajo cualquier circunstancia que se someta a los cuerpos a entierros en fosas comunes y a cremaciones en masa.
Tomar en cuenta las creencias culturales y religiosas de las poblaciones afectadas, aún cuando no se conociere la identidad del fallecido, respetando las creencias del lugar de la tragedia.
Difundir información que no existe riesgo de epidemia por la presencia de cadáveres. El cadáver posee incluso menor riesgo infecto-contagioso que una persona viva infectada.
Evitar someter al equipo de rescate y a la población en general a campañas masivas de vacunación contra enfermedades que supuestamente transmiten los cadáveres.
La identificación de un gran número de cadáveres es una cuestión técnica que se lleva a cabo independientemente de su número si se actúa conforme a los procedimientos. El no hacerlo de esta manera genera consecuencias jurídicas y repercusiones de largo plazo.