Los héroes del 11 de marzo
La Comunidad rinde un emotivo homenaje a 80 entidades por su entrega a las víctimas del 11-M
La Puerta del Sol fue el escenario de un emocionante homenaje a todos los profesionales y voluntarios que se volcaron con las víctimas de los atentados del 11-M. En la fachada de la sede del Gobierno de la Comunidad se instaló una lápida en agradecimiento a la entrega del pueblo de Madrid. Más de 3.500 profesionales y autoridades acudieron al acto en el que se entregaron unas esculturas conmemorativas a más de 80 entidades y colectivos. No hubo discursos, sólo la música de Mozart, un vídeo en reconocimiento a la entrega de la ciudadanía y las palabras de Carlos Herrera.
<Más de 3.500 representantes de los policías, bomberos y sanitarios asistieron al homenaje. Asimismo, se instaló una placa conmemorativa en la Puerta del Sol>
David García
Madrid- Un silencio inusual reinó ayer minutos antes de las doce del mediodía en la Puerta del Sol. Las campanadas sonaron rotundas. A continuación el himno nacional. Todo ello frente a la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, cuya fachada presentaba una escenografía especial. «Gracias a todos» era el lema de la pancarta que cubría la entrada del edificio. Una frase sobre imágenes de los servicios de emergencia y los voluntarios que trabajaron, como nunca, en los diferentes escenarios del fatídico 11-M. La escoltaban otras seis pancartas con los nombres de los más de 1.900 heridos y, en negrita, los de las 190 víctimas. En el resto del edificio banderas y crespones negros.
El imponente silencio que guardaban las autoridades y los más de 3.500 representantes de los cuerpos de bomberos, policías, sanitarios, Guardia Civil y voluntarios fue roto por una solemne interpretación del aria Lacrimosa de Mozar a cargo del coro y orquesta de la Comunidad. A continuación, aplausos y vuelta a una sordina estremecedora. Carlos Herrera tomaba la palabra para alabar la entrega de profesionales y ciudadanos aquel día y los que le siguieron. «La inmediata y generosa respuesta de todos ante los atentados del 11-M ha asombrado al mundo», indicó. «Madrid se convirtió en la capital mundial del dolor y del horror, pero también supo ser el crisol de las mejores virtudes cívicas», aseguró Herrera.
Tras la primera intervención del periodista se proyectó un vídeo con imágenes de las actuaciones de los diferentes colectivos, que, pese a ser manidas y estar grabadas en la mente de todos, continuaban impresionando a los asistentes. Las palabras del narrador resonaron en el corazón de la capital, removieron sentimientos. «La vida se detuvo en Madrid y estalló en mil pedazos». Los intervinientes miraban al cielo. Otros cerraban los ojos. Se pasaban la mano por la cara. Quizá recordaban el horror de las imágenes. Quizá aguantaban la emoción. «Madrid se paró de golpe, pero sólo un momento, y comenzó a reaccionar con coraje y valentía, como la suma de todos los corazones, ante un hecho trágico que se escapa a la realidad».
Eso fue lo que hicieron los miembros de las 80 entidades homena- jeadas y decenas de ciudadanos anómimos. A todos ellos se les entregó una escultura abstracta en reconocimiento a su labor. Los servicios de emergencia, los hospitales, bomberos y todas las policías, Cruz Roja y los voluntarios de la Comunidad, servicios de salud mental, taxistas, empresas de transportes, tanatorios...
En recuerdo a ese comportamiento ejemplar que hizo, si eso es posible, más llevadera la tragedia que marcó a cientos de familias y a un país entero, se ha instalado una placa en la fachada de la Real Casa de Correos, cerca de otra que recuerda la lucha del pueblo de Madrid contra la invasión francesa de 1808. La leyenda bajo el título «Madrid agradecido» dice: «A todos los que supieron cumplir con su deber de auxiliar a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 y a todos los ciudadanos anónimos que los ayudaron. Que el recuerdo de las víctimas y el ejemplar comportamiento del pueblo de Madrid permanezcan siempre».
No hubo discursos, los hechos suplen las palabras. Serios y compungidos, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón subieron al escenario para depositar junto a la lápida conmemorativa una corona de laurel. La Puerta del Sol estaba muda mientras las calles del centro de la capital ensordecían con los acordes del doliente e impresionante Réquiem Aeternam de Mozart.