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Madrid, 9 mar (EFE).- Los expertos en terrorismo reunidos en la Cumbre de Madrid alabaron hoy la "ejemplar" respuesta de los ciudadanos madrileños tras los atentados del 11 de marzo e instaron "a reconocer este legado" en la declaración final de la reunión.
Esta es una de las recomendaciones de los expertos y que el Club de Madrid, organizador de esta Cumbre internacional, deberá recoger en la futura "agenda de Madrid", en la que además aparecerá que el mejor instrumento para luchar contra el terrorismo es la democracia.
Los coordinadores de los distintos grupos de debate de esta Cumbre Internacional fueron los encargados de presentar estas primeras conclusiones, en las que además se señala la necesidad de respetar los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo.
Miguel Darcy y Mary Kaldor, moderadores del grupo "sociedad civil", detallaron la necesidad de crear una red global de ciudadanos cuyo objetivo sería apoyar a la sociedad civil.
En este sentido, Darcy valoró el comportamiento de los madrileños el 11-M e instó a que se reconozca en la "agenda de Madrid" este legado, mientras que Kaldor hizo un llamamiento al Club de Madrid para que pida que se investiguen a fondo casos de civiles, periodistas y activistas muertos en países como Irak, porque "la vida de un civil iraquí vale lo mismo que la de un italiano".
Darcy insistió en la necesidad de reconocer que el terrorismo es un fenómeno global, que en los Estados autoritarios o fracasados existe más violencia y que la democracia no se puede imponer.
Louise Richardson, profesora de Harvard y coordinadora de los grupos de trabajo sobre las raíces del terrorismo, destacó al presentar sus conclusiones que no hay una sola causa, sino una serie de factores de riesgo que interactúan, como tampoco hay "un solo terrorismo, sino muchos" y que cada uno "debe ser entendido en su contexto".
Tras advertir de que "el objetivo de eliminar el terrorismo es irrealista", consideró que las democracias pueden "hacer mucho" para contenerlo: "intervenir en escuelas, iglesias y prisiones, integrar a los marginados, facilitar la salida de grupos extremistas, sembrar el desencuentro entre los propios radicales y "mucho, mucho más".
Varios de los grupos de debate se concentraron en las respuestas que se debe dar al terrorismo.
Fen Hampson, experto en asuntos internacionales de la Universidad Carleton de Ottawa, subrayó que existen 12 tratados internacionales, 7 convenciones regionales y numerosas resoluciones de la ONU de condena al terrorismo y, sin embargo, "falta una definición común, y esto es un freno a la acción coordinada".
Para los expertos en la respuesta internacional al terrorismo, "haría falta una convención internacional que llenase ese vacío", que hiciera una definición "clara e inequívoca" y articulara unas reglas básicas comunes de lucha contra esta lacra, expuso.
También sugirió políticas de ayuda al desarrollo, que promuevan "el buen gobierno y los derechos humanos" y permitan reducir la marginación que es caldo de cultivo para el terrorismo.
Por su parte, Phil Bobbitt, coordinador del grupo "respuesta democrática al terrorismo", dijo que este fenómeno es como una "epidemia de la peste" y "la entendemos tan mal como entendimos" la citada enfermedad en siglos pasados, por eso "hay que reforzar nuestro sistema inmunológico": la democracia.
Tras señalar que su grupo concluyó que no hay ninguna justificación para el terrorismo, relató asimismo que existieron desacuerdos en saber si la democracia es en sí misma un objetivo del terror y en cómo decidir el uso de la fuerza, si se lleva a cabo.
Su grupo propuso mejorar el trabajo de los inspectores de armas, reforzar la colaboración entre las instituciones e investigar, si fuera necesario, las supuestas acciones terroristas de los Estados.
Ray Kendall, ex secretario general de Interpol, admitió sin embargo que su grupo de trabajo sobre medidas para combatir el terrorismo "no dedicó demasiado tiempo a la sórdida cuestión de la definición" de este fenómeno.
Entre sus recomendaciones, destacan el cumplimiento escrupuloso de la ley con los sospechosos de terrorismo. Recordó que las normas internacionales prohíben la detención indefinida, las ejecuciones extrajudiciales y el trato inhumano en los interrogatorios.
Las respuestas militares deberían ser "medidas de último recurso", añadió, y propuso la creación de un centro independiente para el control de la financiación del terrorismo.
El presidente del Club de Madrid y ex líder brasileño, Fernando Henrique Cardoso mostró su sorpresa por el hecho de que hayan sido más las coincidencias que las diferencias y resumió que el terrorismo es un acto contra la humanidad y no cabe argumentación.
Tras decir que el terrorismo no tiene una única solución, hizo suya la petición de que se investiguen las muertes de civiles.
Esta es una de las recomendaciones de los expertos y que el Club de Madrid, organizador de esta Cumbre internacional, deberá recoger en la futura "agenda de Madrid", en la que además aparecerá que el mejor instrumento para luchar contra el terrorismo es la democracia.
Los coordinadores de los distintos grupos de debate de esta Cumbre Internacional fueron los encargados de presentar estas primeras conclusiones, en las que además se señala la necesidad de respetar los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo.
Miguel Darcy y Mary Kaldor, moderadores del grupo "sociedad civil", detallaron la necesidad de crear una red global de ciudadanos cuyo objetivo sería apoyar a la sociedad civil.
En este sentido, Darcy valoró el comportamiento de los madrileños el 11-M e instó a que se reconozca en la "agenda de Madrid" este legado, mientras que Kaldor hizo un llamamiento al Club de Madrid para que pida que se investiguen a fondo casos de civiles, periodistas y activistas muertos en países como Irak, porque "la vida de un civil iraquí vale lo mismo que la de un italiano".
Darcy insistió en la necesidad de reconocer que el terrorismo es un fenómeno global, que en los Estados autoritarios o fracasados existe más violencia y que la democracia no se puede imponer.
Louise Richardson, profesora de Harvard y coordinadora de los grupos de trabajo sobre las raíces del terrorismo, destacó al presentar sus conclusiones que no hay una sola causa, sino una serie de factores de riesgo que interactúan, como tampoco hay "un solo terrorismo, sino muchos" y que cada uno "debe ser entendido en su contexto".
Tras advertir de que "el objetivo de eliminar el terrorismo es irrealista", consideró que las democracias pueden "hacer mucho" para contenerlo: "intervenir en escuelas, iglesias y prisiones, integrar a los marginados, facilitar la salida de grupos extremistas, sembrar el desencuentro entre los propios radicales y "mucho, mucho más".
Varios de los grupos de debate se concentraron en las respuestas que se debe dar al terrorismo.
Fen Hampson, experto en asuntos internacionales de la Universidad Carleton de Ottawa, subrayó que existen 12 tratados internacionales, 7 convenciones regionales y numerosas resoluciones de la ONU de condena al terrorismo y, sin embargo, "falta una definición común, y esto es un freno a la acción coordinada".
Para los expertos en la respuesta internacional al terrorismo, "haría falta una convención internacional que llenase ese vacío", que hiciera una definición "clara e inequívoca" y articulara unas reglas básicas comunes de lucha contra esta lacra, expuso.
También sugirió políticas de ayuda al desarrollo, que promuevan "el buen gobierno y los derechos humanos" y permitan reducir la marginación que es caldo de cultivo para el terrorismo.
Por su parte, Phil Bobbitt, coordinador del grupo "respuesta democrática al terrorismo", dijo que este fenómeno es como una "epidemia de la peste" y "la entendemos tan mal como entendimos" la citada enfermedad en siglos pasados, por eso "hay que reforzar nuestro sistema inmunológico": la democracia.
Tras señalar que su grupo concluyó que no hay ninguna justificación para el terrorismo, relató asimismo que existieron desacuerdos en saber si la democracia es en sí misma un objetivo del terror y en cómo decidir el uso de la fuerza, si se lleva a cabo.
Su grupo propuso mejorar el trabajo de los inspectores de armas, reforzar la colaboración entre las instituciones e investigar, si fuera necesario, las supuestas acciones terroristas de los Estados.
Ray Kendall, ex secretario general de Interpol, admitió sin embargo que su grupo de trabajo sobre medidas para combatir el terrorismo "no dedicó demasiado tiempo a la sórdida cuestión de la definición" de este fenómeno.
Entre sus recomendaciones, destacan el cumplimiento escrupuloso de la ley con los sospechosos de terrorismo. Recordó que las normas internacionales prohíben la detención indefinida, las ejecuciones extrajudiciales y el trato inhumano en los interrogatorios.
Las respuestas militares deberían ser "medidas de último recurso", añadió, y propuso la creación de un centro independiente para el control de la financiación del terrorismo.
El presidente del Club de Madrid y ex líder brasileño, Fernando Henrique Cardoso mostró su sorpresa por el hecho de que hayan sido más las coincidencias que las diferencias y resumió que el terrorismo es un acto contra la humanidad y no cabe argumentación.
Tras decir que el terrorismo no tiene una única solución, hizo suya la petición de que se investiguen las muertes de civiles.