El uso de los IBP vinculados a mayor riesgo de cardiopatia isquémica

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Los antiácidos comunes, vinculados con un aumento del riesgo de infarto

JANO.es · 11 junio 2015 10:01
Una revisión de estudios muestra una asociación clara y significativa entre la exposición a los inhibidores de la bomba de protones y el ataque cardíaco.
Los adultos que utilizan inhibidores de la bomba de protones (IBP) presentan entre un 16 y 21% más de probabilidades de tener un ataque al corazón que las personas que no toman estos antiácidos comúnmente prescritos, según un estudio realizado por científicos de 'Houston Methodist' y ' la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, basado en la revisión de datos de unos 2,9 millones de pacientes, y que también mostró que las personas que usan un tipo diferente de medicamento antiácido llamado bloqueador H2 no tienen mayor riesgo de ataque al corazón. Los resultados, publicados en Plos One,suponen la continuación de un informe de 2013 en el que los científicos mostraron cómo, a nivel molecular, los IBP podrían causar enfermedades cardiovasculares a largo plazo y aumentar el riesgo de ataque al corazón.

"Nuestro trabajo anterior identificó que los IBP pueden afectar negativamente el endotelio, el revestimiento como de teflón de los vasos sanguíneos", subraya John Cooke, autor principal del informe. "Esta observación nos llevó a la hipótesis de que cualquier persona que tome IBP puede estar en mayor riesgo de ataque al corazón. En consecuencia, en dos grandes poblaciones de pacientes, nos preguntamos qué pasó con las personas que tomaban IBP frente otros medicamentos para el estómago", relata.

En el presente estudio, los investigadores encontraron una asociación clara y significativa entre la exposición a los IBP y los infartos de miocardio. "Al observar los datos de las personas a las que se les dio medicamentos IBP principalmente para el reflujo ácido y no tenían antecedentes de enfermedad cardíaca, vimos una asociación con una mayor tasa de ataques al corazón", añade Nigam H. Shah, profesor asistente de Informática Biomédica en Stanford, donde se realizó el trabajo. "Nuestros resultados", precisa,"demuestran que los IBP parecen estar asociados con un riesgo elevado de ataque al corazón en la población general, y los bloqueadores H2 no muestran esta relación". El aumento estimado del riesgo de ataque al corazón oscila del 16 al 21%, debido a la incertidumbre en el proceso de estimación.

La agencia norteamericana del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) estima aproximadamente 1 de cada 14 estadounidenses ha utilizado inhibidores de la bomba de protones. En 2009, los IBP fueron el tercer tipo de fármacos más tomado en Estados Unidos. Los médicos recetan los IBP para tratar una amplia gama de trastornos, incluyendo la enfermedad de reflujo gastroesofágico, o ERGE; la infección por la bacteria causante de las úlceras 'Helicobacter pylori', el síndrome de Zollinger-Ellison, y el esófago de Barrett.

También se pueden adquirir estos medicamentos sin receta médica. Los IBP vienen en una variedad de formas químicas ligeramente diferentes, terminando siempre con el sufijo '-prazol', por ejemplo, omeprazol o lansoprazol. Algunos ejemplos de las marcas de los IBP son 'Nexium', 'Prilosec' y 'Prevacid'.

Cimetidina y ranitidina
Los bloqueadores H2 son otro tipo de medicamento antiácido, que no están asociados con un mayor riesgo de ataque cardíaco o enfermedad cardiovascular. Algunos ejemplos de este fármaco son cimetidina y ranitidina, con nombres de marca como 'Zantac' y 'Tagamet'.

Los investigadores recogieron datos de dos sitios: STRIDE ('Stanford Translational Research Integrated Database Environment'), que contiene información sobre 1,8 millones de pacientes de hospitales y clínicas de Stanford, y un subconjunto de información de los 1,1 millones de pacientes de Practice Fusion, una empresa de registros médicos electrónicos basados en la web.

El equipo examinó las bases de datos de los pacientes a quienes se les prescribieran inhibidores de la bomba de protones u otros fármacos, como los bloqueadores H2, y también se estudió a un paciente que dijo haber experimentado un evento cardiovascular mayor, como infarto de miocardio (ataque al corazón), en su expediente médico. Los pacientes que habían usado los IBP tenían un mayor riesgo, de entre 1,16 a 1,21 veces, de ataque al corazón.

Webs Relaccionadas

Plos One (2015); doi: 10.1371/journal.pone.0124653
 
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Aviso remitido por el servicio de farmacio y farmacovigilancia de Navarra:
Señal de seguridad: Uso de IBP y el riesgo de infarto de miocardio en la población general
En un estudio de minería de datos clínicos de farmacovigilancia publicado en PLoS ONE, se ha analizado si la utilización de Inhibidores de la Bomba de Protones estaba asociada con un mayor riesgo cardiovascular en la población general. Se revisaron 16 millones de registros electrónicos de 2,9 millones de pacientes y se observó que los pacientes con ERGE expuestos a IBP tenían un mayor riesgo de infarto de miocardio (OR=1,16; IC95% 1,09 a 1,24).
Al tratarse de un estudio observacional, no se puede establecer la causalidad, lo que hace necesario investigar esta asociación. En principio este estudio no cambia las recomendaciones sobre la utilización de estos medicamentos.
 
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EL USO DE INHIBIDORES DE LA BOMBA DE PROTONES PREDICE INSUFICIENCIA CARDIACA Y MUERTE Y SE ASOCIA A NIVELES AUMENTADOS DE GALECTINA-3 Y PROTEÍNA QUIMIOTÁCTICA DE LOS MONOCITOS-1

José Tuñón Fernández1, Lorenzo López Bescós2, Joaquín Alonso Martín2, Carmen Cristóbal Varela2, M. de las Nieves Tarín Vicente3, Ana Isabel Huelmos Rodrigo2, Jerónimo Farré Muncharaz1 y Óscar Lorenzo González1 de la 1Fundación Jiménez Díaz, Madrid, 2Universidad Rey Juan Carlos, Alcorcón (Madrid) y 3Hospital Universitario de Mostoles (Madrid).

Introducción: Aunque se ha asociado el uso de inhibidores de la bomba de protones (IBP) con el desarrollo de eventos cardiovasculares en pts. con enfermedad coronaria (EC), y se ha sugerido que podrían interferir con clopidogrel, no hay acuerdo unánime a este respecto. Hemos analizado la impacto del uso de IBP en el pronóstico de pts. con EC y su relación con diversos biomarcadores.

Métodos: Seguimos a 706 pts. con EC estable que habían sufrido un SCA 6-12 meses antes. Los objetivos secundarios fueron: 1) eventos isquémicos agudos (cualquier SCA o accidente cerebrovascular) y 2) insuficiencia cardiaca (IC) o muerte. El objetivo primario fue la combinación de los secundarios.

Resultados: Los pts. con IBP eran mayores [62,0 (53,0-73,0) vs 58,0 (50,0-70,0) años; p = 0,003], tenían más frecuente historial de ACV (4,9 vs 1,1%; p = 0,004) y menor tiempo transcurrido desde el SCA previo (218 ± 89 vs 233 ± 94 días; p = 0,027) que el grupo no-IBP. No hubo diferencias en los factores de riesgo cardiovascular, existencia de arteriopatía periférica, fracción de eyección, terapia cardiovascular (aspirina: 91,4 vs 92,7%; clopidogrel: 66,8 vs 69,1%), tasa de filtración glomerular, y número de vasos enfermos, tipo de revascularización y uso de stents farmacoactivos (44,5 vs 50,9%) en el SCA previo. El seguimiento fue de 2,2 ± 0,99 años. Cincuenta y tres pts. desarrollaron eventos isquémicos agudos, 33 IC o muerte, y 78 el objetivo primario. El uso de IBP fue predictor independiente del desarrollo del objetivo primario [HR 2,281 IC95% (1,244-4,183); p = 0,008], junto con HTA, el índice de masa corporal, la tasa de filtración glomerular, la fibrilación auricular y el uso de nitratos. Fue también predictor independiente de IC o muerte [HR 5,713 (1,628-20,043); p = 0,007], pero no de eventos isquémicos agudos. Los pts. con IBP tenían niveles plasmáticos elevados de galectina-3 [8,12 (6,47-9,92) vs 7,51 (5,16-9,23) ng/ml; p < 0,001] y MCP-1 (proteína quimiotáctica de monocitos-1) [147,1 ± 69,6 vs 136 ± 55,9 pg/ml; p = 0,027], relacionados con fibrosis e inflamación, respectivamente. No hubo diferencias en los niveles de PCR de alta sensibilidad o de NT-proBNP.

Conclusiones: En pts. con EC estable, el uso de IBP predice la aparición de IC o muerte. Los pts. que tomaban IBP tenían aumentados los niveles plasmáticos de MCP-1 y galectina-3, relacionados con inflamación y fibrosis. Se precisan más estudios para aclarar estos resultados.


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