Medios. La virulencia del fuego -al tratarse de materiales de fácil combustibilidad- obligó a desplegar 18 efectivos y 9 vehículos, así como a tres personas más para no dejar desatendida el resto de la ciudad
El incendio ocurrido en las obras del nuevo edicifio comercial que se está construyendo en la Avenida de Francia -junto al cementerio- obligó a movilizar en la mañana de ayer a todas las unidades disponibles del Parque de Bomberos de Toledo. Unos 18 efectivos, acompañados de 9 vehículos (cuatro camiones y otros tres de apoyo) trabajaron durante más de una hora para sofocar las llamas existentes en la obra. De hecho, dado el despliegue que se realizó por la virulencia del fuego y las altas temperaturas que se alcanzaron en el interior de la estructura, se tuvo que avisar a tres personas que no estaban de servicio para no dejar al descubierto el resto de la ciudad.
Al parecer, el fuego comenzó poco después de las 11:15 horas motivado, según uno de los trabajadores, por una colilla mal apagada. Minutos más tarde, sobre las 11:25, los bomberos recibían el aviso del Servicio de Emergencias 112 y se personaban en la zona. Como confirma el sargento jefe de guardia, Francisco Martín, las llamas se iniciaron bajo una rampa que da acceso al sótano-2, donde se acumulaban restos de las bañeras de poliéster que forman parte del entramado de madera que se utiliza para realizar el encofrado del edificio. Aunque no ha descartado la posibilidad que apuntó uno de los empleados, Martín ha señalado que se podría haber producido por una chispa de alguna de las máquinas que se utiliza para la construcción, como una radial.
La «fácil combustibilidad» de los materiales utilizados en la obra propició que las llamas se extendieran con rapidez, así como que se formara una densa columna de humo -muy negro debido a la madera y el plástico que estaban ardiendo- que era visible desde varios kilómetros, en distintos puntos de la ciudad.
Al tratarse el foco principal de un lugar de acceso complicado, las labores de extinción se complicaron bastante, de tal modo que tuvieron que duplicarse los efectivos previstos. Las temperaturas que se llegaron a alcanzar durante el incendio, más tratándose de un sótano, hicieron que el sargento calificara la zona como «un infierno» y que diversos puntales que aseguraban parte del techo se derrumbaran con facilidad. Además, la imposibilidad de llegar a una torre-grúa situada en medio del edificio hizo temer que pudiera derrumbarse. Además, el calor hizo incluso que se reventaran algunos de los forjados de hormigón, por lo que el sargento Martín no descartó la posibilidad de que tuviese que demolerse parte del edificio, aunque añadió que era el arquitecto -que siguió la progresión del incendio y que durante la tarde de ayer estuvo evaluando los daños- quien debía confirmar este extremo. Así, según explica Francisco Martín, se tuvo que atacar el fuego desde cuatro puntos diferentes, en los que se utilizaron unos 100.000 litros de agua, y espuma en otro de los frentes de extinción.
La dureza de las labores para controlar el fuego hizo que, en un primer momento, la dotación de bomberos que había acudido se quedara sin agua en los tanques, momento en el que las llamas se extendieron hasta los tablones de madera que estaban preparados para realizar parte del enconfrado del tercer piso, y lo que provocó cierto revuelo entre los trabajadores que permanecían en las inmediaciones. Sin embargo, Martín aclaró que esta circunstancia «es la normal en todos los incendios», y que la actuación fue correcta, ya que una vez comprobado que los 12.000 litros destinados en primera instancia no fueron suficientes, se movilizaron todos los necesarios. De igual modo fue de gran utilidad la proximidad de los hidrantes de la calle Irlanda, que facilitó el abastecimiento. Hay que recordar, que los vecinos de Buenavista ya se habían quejado por la escasez de estos hidrantes en el barrio, y que hace unas semanas se habilitaron 37 nuevas tomas en la ciudad.
A pesar de lo aparatoso del incendio, el tráfico no tuvo que ser desviado, así como tampoco hubo que desalojar a los vecinos de los inmuebles cercanos aunque hasta la zona se desplazaron efectivos de la Policía Local para controlarlo. Tampoco ha tenido que lamentarse ningún daño personal entre la treintena de empleados que
El incendio ocurrido en las obras del nuevo edicifio comercial que se está construyendo en la Avenida de Francia -junto al cementerio- obligó a movilizar en la mañana de ayer a todas las unidades disponibles del Parque de Bomberos de Toledo. Unos 18 efectivos, acompañados de 9 vehículos (cuatro camiones y otros tres de apoyo) trabajaron durante más de una hora para sofocar las llamas existentes en la obra. De hecho, dado el despliegue que se realizó por la virulencia del fuego y las altas temperaturas que se alcanzaron en el interior de la estructura, se tuvo que avisar a tres personas que no estaban de servicio para no dejar al descubierto el resto de la ciudad.
Al parecer, el fuego comenzó poco después de las 11:15 horas motivado, según uno de los trabajadores, por una colilla mal apagada. Minutos más tarde, sobre las 11:25, los bomberos recibían el aviso del Servicio de Emergencias 112 y se personaban en la zona. Como confirma el sargento jefe de guardia, Francisco Martín, las llamas se iniciaron bajo una rampa que da acceso al sótano-2, donde se acumulaban restos de las bañeras de poliéster que forman parte del entramado de madera que se utiliza para realizar el encofrado del edificio. Aunque no ha descartado la posibilidad que apuntó uno de los empleados, Martín ha señalado que se podría haber producido por una chispa de alguna de las máquinas que se utiliza para la construcción, como una radial.
La «fácil combustibilidad» de los materiales utilizados en la obra propició que las llamas se extendieran con rapidez, así como que se formara una densa columna de humo -muy negro debido a la madera y el plástico que estaban ardiendo- que era visible desde varios kilómetros, en distintos puntos de la ciudad.
Al tratarse el foco principal de un lugar de acceso complicado, las labores de extinción se complicaron bastante, de tal modo que tuvieron que duplicarse los efectivos previstos. Las temperaturas que se llegaron a alcanzar durante el incendio, más tratándose de un sótano, hicieron que el sargento calificara la zona como «un infierno» y que diversos puntales que aseguraban parte del techo se derrumbaran con facilidad. Además, la imposibilidad de llegar a una torre-grúa situada en medio del edificio hizo temer que pudiera derrumbarse. Además, el calor hizo incluso que se reventaran algunos de los forjados de hormigón, por lo que el sargento Martín no descartó la posibilidad de que tuviese que demolerse parte del edificio, aunque añadió que era el arquitecto -que siguió la progresión del incendio y que durante la tarde de ayer estuvo evaluando los daños- quien debía confirmar este extremo. Así, según explica Francisco Martín, se tuvo que atacar el fuego desde cuatro puntos diferentes, en los que se utilizaron unos 100.000 litros de agua, y espuma en otro de los frentes de extinción.
La dureza de las labores para controlar el fuego hizo que, en un primer momento, la dotación de bomberos que había acudido se quedara sin agua en los tanques, momento en el que las llamas se extendieron hasta los tablones de madera que estaban preparados para realizar parte del enconfrado del tercer piso, y lo que provocó cierto revuelo entre los trabajadores que permanecían en las inmediaciones. Sin embargo, Martín aclaró que esta circunstancia «es la normal en todos los incendios», y que la actuación fue correcta, ya que una vez comprobado que los 12.000 litros destinados en primera instancia no fueron suficientes, se movilizaron todos los necesarios. De igual modo fue de gran utilidad la proximidad de los hidrantes de la calle Irlanda, que facilitó el abastecimiento. Hay que recordar, que los vecinos de Buenavista ya se habían quejado por la escasez de estos hidrantes en el barrio, y que hace unas semanas se habilitaron 37 nuevas tomas en la ciudad.
A pesar de lo aparatoso del incendio, el tráfico no tuvo que ser desviado, así como tampoco hubo que desalojar a los vecinos de los inmuebles cercanos aunque hasta la zona se desplazaron efectivos de la Policía Local para controlarlo. Tampoco ha tenido que lamentarse ningún daño personal entre la treintena de empleados que