LA EXPEDICIÓN DYA, GANADORA DEL TERCER CAMPEONATO INTERNACIONAL DE EMERGENCIAS
Alemania se hizo con el segundo puesto y Noruega con el tercero en la categoría de Soporte Vital Básico, mientras que Canadá se hizo con el primer premio de Soporte Vital Avanzado
Por primera vez un equipo español participaba en el Campeonato internacional de Emergencias, y en esta ocasión fue un conjunto de voluntarios vizcaínos de DYA quienes acudieron a la cita. El campeonato internacional se celebra cada dos años y en esta ocasión tuvo lugar su tercera edición entre el 6 y el 9 de junio en Israel, organizado y financiado por sus servicios de emergencia nacionales Magen David Adom (MDA), quienes invitaron a DYA a participar por primera vez representando a España.
Este evento es el más prestigioso e importante en el sector de la emergencia a nivel internacional, donde se dan cita los mejores combinados internacionales: Alemania, Noruega, Francia, Estados Unidos, China y Canadá, entre otros, pero fue la expedición DYA, formada por los técnicos y voluntarios Josu Pedrosa (31), Borja Vázquez (23) e Ignacio Corcuera (47), quien se alzó con la victoria en la categoría de Soporte Vital Básico (SVB), por delante de Alemania (2º lugar) y Noruega (3º lugar). Por su parte, Canadá ganó en la categoría de Soporte Vital Avanzado (SVA).
Las jornadas teóricas y los escenarios tuvieron lugar en la zona del Carmel, un área comprendida entre la costa mediterránea y la frontera con Jordania, en las que participaron 18 equipos internacionales de 16 países más 50 equipos israelíes, sumando casi 300 técnicos divididos entre unidades de SVA y SVB, como la de la DYA, formada íntegramente por técnicos en emergencias médicas voluntarios. Por su parte, Borja Vázquez, técnico y portavoz de la expedición DYA, señalaba nada más llegar al Carmel que “hemos venido a este campeonato a intentar demostrar nuestra profesionalidad, aprender del resto de intervinientes e intercambiar conocimientos, de tal forma que al volver podamos ser más eficaces en nuestras actuaciones”.
Escenarios muy reales
Durante los días en los que los equipos internacionales se enfrentaron a las distintas emergencias preparadas por la organización recorrieron aproximadamente 800 kilómetros en una ambulancia cedida por MDA junto con un guía-conductor-traductor que, en el caso del conjunto español, fue Max Shteren, director de la base de MDA en el barrio Neve Shanan de Haifa y principal instructor, y un voluntario local. Igualmente los escenarios habían sido preparados meticulosamente. Evaluadores médicos, maniquíes mecánicos sonoros, actores profesionales y localizaciones idóneas aseguraban el realismo de los casos y una puntuación escrupulosa.
Durante dos días y una noche, las unidades de emergencia hicieron frente a simulacros que abarcaron prácticamente toda la casuística de emergencias: problemas traumatológicos, cardiológicos, pediátricos, geriátricos, respiratorios, paradas cardíacas… Todo ello en diferentes entornos, desde urbanos hasta montañosos y de difícil acceso. Mientras los técnicos realizaban su trabajo, varios examinadores tomaban notas y evaluaban la capacidad de trabajo en equipo, la seguridad, la rápida localización del origen de la dolencia, el liderazgo, las decisiones clínicas, el orden del tratamiento y el tiempo empleado y la correcta compleción de formularios médicos así como la familiarización con los últimos protocolos reconocidos internacionalmente.
Se enfrentaron a todo tipo de casuísticas. “Antes de cada intervención recibíamos un sobre cerrado que abríamos 10 minutos antes de llegar a la emergencia. En él se reproducía la llamada recibida por el centro coordinador, y con ello planificábamos las distintas técnicas a emplear, los materiales necesarios y la seguridad en la escena, de acuerdo con los distintos escenarios que podríamos encontrarnos”, explicaba Borja Vázquez, “cuando terminábamos, analizábamos entre todos los aciertos y errores durante el camino a la siguiente estación”. Pero el primer escenario ya avisó de la dificultad de las pruebas. En una zona de difícil acceso una familia de siete miembros en bicicleta se había despeñado por un acantilado. Según entraron en escena hicieron una evaluación rápida de las víctimas y descubrieron tres fallecidos, dos muy graves y dos graves, todos ellos politraumados y con diferentes complicaciones derivadas. Estabilizarlos en la zona para posteriormente evacuarlos no fue sencillo.
En otro caso una embarazada había roto aguas y el recién nacido se estaba asfixiando con el cordón umbilical mientras el padre en estado de embriaguez entorpecía la actuación. En una prisión (real) un recluso se había ahorcado y yacía inconsciente, mientras el agente encargado de su custodia estaba alterado. En un domicilio una mujer había descubierto en la bañera a su marido inconsciente en shock anafiláctico tras haber sufrido la picadura de una abeja (a las cuales era alérgico). En un parque un hombre se había desvanecido sin causa aparente mientras hacía ejercicio (hipertermia). En otro domicilio un anciano sufría dificultades para hablar y disminución de la consciencia al estar sufriendo hipoglucemia. En un bosque al borde de un acantilado un paracaidista se había estrellado contra un árbol, sufriendo además una fuerte hemorragia femoral. En un plató de rodaje de cine un actor de una película de romanos se había caído del caballo y sufría un traumatismo craneoencefálico que derivó en una parada cardiorrespiratoria.
Los evaluadores también comprobaron el trabajo en equipo al hacerles atravesar zonas boscosas de gran dificultad mediante arneses y cordajes, dependiendo en todo momento de sus compañeros. En otro escenario pusieron a prueba la pericia de los técnicos al volante de vehículos de emergencia en diferentes circuitos, llegando incluso a vendar a los conductores, quienes debían seguir las instrucciones de sus compañeros por voz. También simularon un pinchazo en una ambulancia mientras trasladaban al paciente, logrando el equipo DYA poder proseguir su camino en seis minutos.
Los equipos internacionales se unieron con unidades locales para afrontar la estación nocturna de múltiples víctimas, sumando unos 150 técnicos en emergencias. La información con la que contaron era un grupo de unos 50 excursionistas acampados en torno a una piscina con problemas respiratorios e irritación en los ojos (algunos incluso habían perdido la visión). “Nuestra actuación en todas las actividades tuvo una doble complicación; por un lado, la complejidad de los casos y escenarios y por otro, el cansancio y la falta de sueño derivados de jornadas de 18 horas y temperaturas cercanas a los 40 grados, además de los 400 kilómetros recorridos cada día. Pero nos sirvió para ponernos a prueba”, concluyó Borja Vázquez.
Fríos y ordenados
A pesar de que todos los equipos demostraron un dominio de los protocolos internacionales de actuación, los evaluadores dieron una mayor importancia a los detalles. Destacaron la frialdad y el orden con la que los vizcaínos actuaron en todos los escenarios, lo que se tradujo en una coreografía perfecta al seguir los protocolos. En el escenario de la piscina los miembros de DYA fueron los únicos entre 50 equipos de emergencias en acceder al recinto porque su evaluación preliminar de la emergencia con los datos disponibles hacía presagiar una posible nube tóxica de gas clorhídrico. Fueron los únicos que se detuvieron a planificar e intervinieron con gafas, mascarillas y luces de posición. En otras emergencias, ese seguimiento escrupuloso de los protocolos les permitió llegar a diagnósticos sencillos y tratamientos más acertados y eficaces. Los examinadores destacaron la buena organización del equipo de voluntarios de DYA, en el cual los roles estaban perfectamente definidos. “Ni los cambios sorpresa en el estado del paciente ni los actores espontáneos que aparecían en la emergencia consiguieron interrumpir su protocolo y desviarles de sus funciones”, aseguraba Max Shteren.
La valoración del equipo de DYA con respecto al campeonato fue positiva: “Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Por una parte, el resto de equipos nos han enseñado distintas maneras efectivas de hacer nuestro trabajo y, por otro, hemos creado una red de contactos internacionales que quizás en un futuro permita el intercambio fluido de nuevas técnicas y protocolos”. Tras la entrega de premios, Max Sheteren les hizo saber que “ahora sois el mejor equipos de emergencias del mundo en SVB”. El equipo de voluntarios de DYA ha sido el primer equipo español que participa y gana en el Campeonato Internacional de Emergencias, a pesar de lo cual Borja Vázquez quiso quedarse con “la satisfacción que da saber que en DYA, a pesar de seguir trabajando siempre por mejorar, estamos haciendo las cosas bien. Es un espaldarazo a nuestra manera de actuar”.
Una conferencia catastrófica
La competición tenía a parte de las pruebas y escenarios una conferencia médica programada. En ella diversos países expusieron sus conclusiones en torno a los últimos temas de la actualidad médica. Estuvo centrada en la atención de múltiples víctimas y grandes catástrofes, campo en el que los servicios de emergencia israelíes cuentan con el reconocimiento internacional fruto de la historia del país, repleta de episodios bélicos. Chaim Rafalowsky, de MDA, expuso las claves de sus actuaciones en grandes catástrofes y emergencias internacionales como Haití, al igual que evaluaron las deficiencias encontradas. Oyvard Sorensen, de los servicios de emergencia noruegos, presentó un estudio sobre la eficacia de incluir fármacos en las maniobras de resurrección cardiopulmonar. La conclusión es que las paradas cardiorrespiratorias tratadas con medicamentos dieron el mismo resultado que aquellas que no lo fueron, mientras que destacó la importancia de ejecutar la maniobra de reanimación correctamente. También estaba programada la intervención del doctor Sofuoglu, de los servicios de emergencias turcos, para explicar la respuesta ante terremotos, tan habituales en esa zona. Por último, Yaniv Berliner, de Toronto (Canadá) expuso sus conclusiones sobre un estudio realizado sobre la propagación de enfermedades contagiosas por vía aérea. Explicó las actividades necesarias para su contención y los equipamientos y prácticas que se deben observar por parte del personal del ámbito hospitalario y extrahospitalario.
https://www.dya.es/cas/reportajes.php?ida=5017
REPORTAJE
https://www.deia.com/2010/06/13/bizkaia/la-dya-conquista-israel
FOTOGRAFIAS
https://www.dya.es/cas/album_fotos.php?id_foto_tema=151
VIDEO
https://www.youtube.com/watch?v=gB74n_l3dkY
Alemania se hizo con el segundo puesto y Noruega con el tercero en la categoría de Soporte Vital Básico, mientras que Canadá se hizo con el primer premio de Soporte Vital Avanzado
Por primera vez un equipo español participaba en el Campeonato internacional de Emergencias, y en esta ocasión fue un conjunto de voluntarios vizcaínos de DYA quienes acudieron a la cita. El campeonato internacional se celebra cada dos años y en esta ocasión tuvo lugar su tercera edición entre el 6 y el 9 de junio en Israel, organizado y financiado por sus servicios de emergencia nacionales Magen David Adom (MDA), quienes invitaron a DYA a participar por primera vez representando a España.
Este evento es el más prestigioso e importante en el sector de la emergencia a nivel internacional, donde se dan cita los mejores combinados internacionales: Alemania, Noruega, Francia, Estados Unidos, China y Canadá, entre otros, pero fue la expedición DYA, formada por los técnicos y voluntarios Josu Pedrosa (31), Borja Vázquez (23) e Ignacio Corcuera (47), quien se alzó con la victoria en la categoría de Soporte Vital Básico (SVB), por delante de Alemania (2º lugar) y Noruega (3º lugar). Por su parte, Canadá ganó en la categoría de Soporte Vital Avanzado (SVA).
Las jornadas teóricas y los escenarios tuvieron lugar en la zona del Carmel, un área comprendida entre la costa mediterránea y la frontera con Jordania, en las que participaron 18 equipos internacionales de 16 países más 50 equipos israelíes, sumando casi 300 técnicos divididos entre unidades de SVA y SVB, como la de la DYA, formada íntegramente por técnicos en emergencias médicas voluntarios. Por su parte, Borja Vázquez, técnico y portavoz de la expedición DYA, señalaba nada más llegar al Carmel que “hemos venido a este campeonato a intentar demostrar nuestra profesionalidad, aprender del resto de intervinientes e intercambiar conocimientos, de tal forma que al volver podamos ser más eficaces en nuestras actuaciones”.
Escenarios muy reales
Durante los días en los que los equipos internacionales se enfrentaron a las distintas emergencias preparadas por la organización recorrieron aproximadamente 800 kilómetros en una ambulancia cedida por MDA junto con un guía-conductor-traductor que, en el caso del conjunto español, fue Max Shteren, director de la base de MDA en el barrio Neve Shanan de Haifa y principal instructor, y un voluntario local. Igualmente los escenarios habían sido preparados meticulosamente. Evaluadores médicos, maniquíes mecánicos sonoros, actores profesionales y localizaciones idóneas aseguraban el realismo de los casos y una puntuación escrupulosa.
Durante dos días y una noche, las unidades de emergencia hicieron frente a simulacros que abarcaron prácticamente toda la casuística de emergencias: problemas traumatológicos, cardiológicos, pediátricos, geriátricos, respiratorios, paradas cardíacas… Todo ello en diferentes entornos, desde urbanos hasta montañosos y de difícil acceso. Mientras los técnicos realizaban su trabajo, varios examinadores tomaban notas y evaluaban la capacidad de trabajo en equipo, la seguridad, la rápida localización del origen de la dolencia, el liderazgo, las decisiones clínicas, el orden del tratamiento y el tiempo empleado y la correcta compleción de formularios médicos así como la familiarización con los últimos protocolos reconocidos internacionalmente.
Se enfrentaron a todo tipo de casuísticas. “Antes de cada intervención recibíamos un sobre cerrado que abríamos 10 minutos antes de llegar a la emergencia. En él se reproducía la llamada recibida por el centro coordinador, y con ello planificábamos las distintas técnicas a emplear, los materiales necesarios y la seguridad en la escena, de acuerdo con los distintos escenarios que podríamos encontrarnos”, explicaba Borja Vázquez, “cuando terminábamos, analizábamos entre todos los aciertos y errores durante el camino a la siguiente estación”. Pero el primer escenario ya avisó de la dificultad de las pruebas. En una zona de difícil acceso una familia de siete miembros en bicicleta se había despeñado por un acantilado. Según entraron en escena hicieron una evaluación rápida de las víctimas y descubrieron tres fallecidos, dos muy graves y dos graves, todos ellos politraumados y con diferentes complicaciones derivadas. Estabilizarlos en la zona para posteriormente evacuarlos no fue sencillo.
En otro caso una embarazada había roto aguas y el recién nacido se estaba asfixiando con el cordón umbilical mientras el padre en estado de embriaguez entorpecía la actuación. En una prisión (real) un recluso se había ahorcado y yacía inconsciente, mientras el agente encargado de su custodia estaba alterado. En un domicilio una mujer había descubierto en la bañera a su marido inconsciente en shock anafiláctico tras haber sufrido la picadura de una abeja (a las cuales era alérgico). En un parque un hombre se había desvanecido sin causa aparente mientras hacía ejercicio (hipertermia). En otro domicilio un anciano sufría dificultades para hablar y disminución de la consciencia al estar sufriendo hipoglucemia. En un bosque al borde de un acantilado un paracaidista se había estrellado contra un árbol, sufriendo además una fuerte hemorragia femoral. En un plató de rodaje de cine un actor de una película de romanos se había caído del caballo y sufría un traumatismo craneoencefálico que derivó en una parada cardiorrespiratoria.
Los evaluadores también comprobaron el trabajo en equipo al hacerles atravesar zonas boscosas de gran dificultad mediante arneses y cordajes, dependiendo en todo momento de sus compañeros. En otro escenario pusieron a prueba la pericia de los técnicos al volante de vehículos de emergencia en diferentes circuitos, llegando incluso a vendar a los conductores, quienes debían seguir las instrucciones de sus compañeros por voz. También simularon un pinchazo en una ambulancia mientras trasladaban al paciente, logrando el equipo DYA poder proseguir su camino en seis minutos.
Los equipos internacionales se unieron con unidades locales para afrontar la estación nocturna de múltiples víctimas, sumando unos 150 técnicos en emergencias. La información con la que contaron era un grupo de unos 50 excursionistas acampados en torno a una piscina con problemas respiratorios e irritación en los ojos (algunos incluso habían perdido la visión). “Nuestra actuación en todas las actividades tuvo una doble complicación; por un lado, la complejidad de los casos y escenarios y por otro, el cansancio y la falta de sueño derivados de jornadas de 18 horas y temperaturas cercanas a los 40 grados, además de los 400 kilómetros recorridos cada día. Pero nos sirvió para ponernos a prueba”, concluyó Borja Vázquez.
Fríos y ordenados
A pesar de que todos los equipos demostraron un dominio de los protocolos internacionales de actuación, los evaluadores dieron una mayor importancia a los detalles. Destacaron la frialdad y el orden con la que los vizcaínos actuaron en todos los escenarios, lo que se tradujo en una coreografía perfecta al seguir los protocolos. En el escenario de la piscina los miembros de DYA fueron los únicos entre 50 equipos de emergencias en acceder al recinto porque su evaluación preliminar de la emergencia con los datos disponibles hacía presagiar una posible nube tóxica de gas clorhídrico. Fueron los únicos que se detuvieron a planificar e intervinieron con gafas, mascarillas y luces de posición. En otras emergencias, ese seguimiento escrupuloso de los protocolos les permitió llegar a diagnósticos sencillos y tratamientos más acertados y eficaces. Los examinadores destacaron la buena organización del equipo de voluntarios de DYA, en el cual los roles estaban perfectamente definidos. “Ni los cambios sorpresa en el estado del paciente ni los actores espontáneos que aparecían en la emergencia consiguieron interrumpir su protocolo y desviarles de sus funciones”, aseguraba Max Shteren.
La valoración del equipo de DYA con respecto al campeonato fue positiva: “Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Por una parte, el resto de equipos nos han enseñado distintas maneras efectivas de hacer nuestro trabajo y, por otro, hemos creado una red de contactos internacionales que quizás en un futuro permita el intercambio fluido de nuevas técnicas y protocolos”. Tras la entrega de premios, Max Sheteren les hizo saber que “ahora sois el mejor equipos de emergencias del mundo en SVB”. El equipo de voluntarios de DYA ha sido el primer equipo español que participa y gana en el Campeonato Internacional de Emergencias, a pesar de lo cual Borja Vázquez quiso quedarse con “la satisfacción que da saber que en DYA, a pesar de seguir trabajando siempre por mejorar, estamos haciendo las cosas bien. Es un espaldarazo a nuestra manera de actuar”.
Una conferencia catastrófica
La competición tenía a parte de las pruebas y escenarios una conferencia médica programada. En ella diversos países expusieron sus conclusiones en torno a los últimos temas de la actualidad médica. Estuvo centrada en la atención de múltiples víctimas y grandes catástrofes, campo en el que los servicios de emergencia israelíes cuentan con el reconocimiento internacional fruto de la historia del país, repleta de episodios bélicos. Chaim Rafalowsky, de MDA, expuso las claves de sus actuaciones en grandes catástrofes y emergencias internacionales como Haití, al igual que evaluaron las deficiencias encontradas. Oyvard Sorensen, de los servicios de emergencia noruegos, presentó un estudio sobre la eficacia de incluir fármacos en las maniobras de resurrección cardiopulmonar. La conclusión es que las paradas cardiorrespiratorias tratadas con medicamentos dieron el mismo resultado que aquellas que no lo fueron, mientras que destacó la importancia de ejecutar la maniobra de reanimación correctamente. También estaba programada la intervención del doctor Sofuoglu, de los servicios de emergencias turcos, para explicar la respuesta ante terremotos, tan habituales en esa zona. Por último, Yaniv Berliner, de Toronto (Canadá) expuso sus conclusiones sobre un estudio realizado sobre la propagación de enfermedades contagiosas por vía aérea. Explicó las actividades necesarias para su contención y los equipamientos y prácticas que se deben observar por parte del personal del ámbito hospitalario y extrahospitalario.
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REPORTAJE
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FOTOGRAFIAS
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VIDEO
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