El melodramatismo de la pregunta roza el ridículo... lo sé.
Mi respuesta: El vómito.
Llego a esta conclusión al poner, una junta a otra, dos de las asistencias más desesperantes que he tenido.
El vómito en prehospitalaria no sólo pone en peligro la vía aérea del paciente sino que distorsiona el escenario y dificulta los movimientos y el manejo del material.
Caso 1
Nos avisan por un varón de 55 años con un IAM en un Centro de Salud. Lo historiamos y comenzamos la administración del fibrinolítico. El paciente está tumbado en una camilla que se encuentra apoyada contra la pared. Tiene los electrodos del electrocardiógrafo conectados al tórax y los cables que lo unen al aparato cuelgan de un portasueros. El monitor desfibrilador está junto al paciente. Le hago una pregunta más al paciente y no me responde. Miro al monitor y se aprecia una fibrilación ventricular, miro al paciente y en ese momento un auténtico caño de vómitos (lentejas a medio digerir... no lo olvido) cae de lleno sobre el desfibrilador, sobre las palas, y continúa cayendo sobre su pecho. A partir de ese momento la escena es un "baile de pollos descabezados", un ir y venir de sábanas y toallas intentando despejar su pecho, enredados con los cables del ECG y los restos de vómito. La vía aérea está llena de vómitos, en la cabecera del paciente está el electrocardiógrafo del Centro de Salud, el aspirador está al otro lado de los cables que penden del portasueros. Nada está donde conviene. Aspiramos, intubamos, desfibrilamos, no recuerdo el orden y no creo que lo hubiera. Alguien blasfema. Alguien resbala. El paciente, finalmente falleció. Todos nos sentimos ridículos, hasta las trancas de contenido estomacal.
El vómito tiene el pérfido don de convertir en batalla campal escenarios que, de otro modo, serían rutinarios.
Mañana os cuento mi segundo caso... cuando se os hayan pasado las náuseas.
Mi respuesta: El vómito.
Llego a esta conclusión al poner, una junta a otra, dos de las asistencias más desesperantes que he tenido.
El vómito en prehospitalaria no sólo pone en peligro la vía aérea del paciente sino que distorsiona el escenario y dificulta los movimientos y el manejo del material.
Caso 1
Nos avisan por un varón de 55 años con un IAM en un Centro de Salud. Lo historiamos y comenzamos la administración del fibrinolítico. El paciente está tumbado en una camilla que se encuentra apoyada contra la pared. Tiene los electrodos del electrocardiógrafo conectados al tórax y los cables que lo unen al aparato cuelgan de un portasueros. El monitor desfibrilador está junto al paciente. Le hago una pregunta más al paciente y no me responde. Miro al monitor y se aprecia una fibrilación ventricular, miro al paciente y en ese momento un auténtico caño de vómitos (lentejas a medio digerir... no lo olvido) cae de lleno sobre el desfibrilador, sobre las palas, y continúa cayendo sobre su pecho. A partir de ese momento la escena es un "baile de pollos descabezados", un ir y venir de sábanas y toallas intentando despejar su pecho, enredados con los cables del ECG y los restos de vómito. La vía aérea está llena de vómitos, en la cabecera del paciente está el electrocardiógrafo del Centro de Salud, el aspirador está al otro lado de los cables que penden del portasueros. Nada está donde conviene. Aspiramos, intubamos, desfibrilamos, no recuerdo el orden y no creo que lo hubiera. Alguien blasfema. Alguien resbala. El paciente, finalmente falleció. Todos nos sentimos ridículos, hasta las trancas de contenido estomacal.
El vómito tiene el pérfido don de convertir en batalla campal escenarios que, de otro modo, serían rutinarios.
Mañana os cuento mi segundo caso... cuando se os hayan pasado las náuseas.