Isabel Herrán
e-mergencista experimentado
[Por un miembro de la Asociación Intervención, Ayuda y Emergencia]
Viernes 4 de Marzo de 2005
Vamos por la carretera que une Galle con Anangama, nos dirigimos a ver al Comandante M. S. Silva de la Sri Lankan Navy. Según nos informaron ayer es el responsable de los campos de refugiados del Distrito de Galle. A ambos lados de la carretera casas medio derrumbadas y montones de escombros que algunas máquinas están limpiando. Los que pueden trabajan en la reconstrucción de sus casas. Muchos han plantado una tienda de campaña o se han hecho una cabaña con hojas de cocotero en el solar de lo que fue su casa. Los menos afortunados se resignan a vivir en los campos de refugiados que se montaron con tiendas donadas tras el tsunami.
Estos campos se suceden a lo largo de la carretera. Paramos en uno de los mas grandes, 76 tiendas en las que viven otras tantas familias, pues queremos saber el nombre, ya que en el listado que nos ha dado la marina no aparece. Al parecer este listado no es muy completo. Hablamos con el responsable del campo que es simplemente uno de los afectados que vive allí y que se maneja mejor con el inglés. En este campo no hay vigilancia por parte de la marina, cosa lógica pues ni siquiera conocen de su existencia. Nos dice el nombre y le repetimos la pregunta que le hicimos ayer: ¿cuál es la primera necesidad que tenéis?. La respuesta es la misma: cocinas de gas.
El gobierno les da 26 kilos de arroz por familia y mes. Se quejan de la última partida recibida que al parecer procedía de Estados Unidos. Dicen que el arroz estaba pasado, que era blando.
Las tiendas fueron donadas por protección civil de Italia. Dentro hace un calor insoportable. Se trata de tiendas de lona gruesa con una única ventana que seguramente no fueron diseñadas para utilizarse en estas latitudes del planeta. Dentro de las tiendas no hay nada. Duermen sobre mantas que ponen en el suelo y los mas afortunados tienen alguna silla.
El agua la suministra La Marina. Un único depósito de agua con un pequeño grifo es lo que tienen para beber, asearse y cocinar. En nuestra opinión aquí hay muchas necesidades.
Seguimos nuestro camino. La verdad es que tampoco es mejor la condición de las familias que viven en las tiendas de campaña aisladas que continuamos viendo a ambos lados de la carretera.
Llegamos a la oficina del Comandante Silva. Es un tipo cordial que se interesa por lo que estamos haciendo y se muestra colaborador. Nos dice que la situación de los campos es provisional, entre seis meses y un año. Esto mismo nos dijeron ayer fuentes del Gobierno. Nos entrega un listado de necesidades y posibles actuaciones que se pueden acometer en los campos.
Nosotros no vemos muy claro que en un año estas familias tengan una vivienda. Nadie ha sabido decirnos si existe un plan estatal para la reconstrucción de las casas o quien va a financiar esa reconstrucción. Sabemos que alguna ONG está haciendo gestiones para la construcción
de casas y nos dicen que dentro de poco empieza el monzón y que mientras dure no se puede construir.
En cualquier caso nos imaginamos un año viviendo es esas condiciones, sin cama, ni mesa, ni silla, ni cocina y compartiendo el grifo de agua con otras 250 personas y se nos ponen los pelos de punta. Eso sin contar las terribles temperaturas que se alcanzan dentro de las tiendas.
Estudiamos el listado de necesidades que nos ha dado el Comandante. Vamos a las tiendas y preguntamos precios y cantidades en stock. Nuestro conductor, Shanta, se conoce todas las tiendas y nos hace ahorrar mucho tiempo. Con todos los datos recopilados pensamos que la mejor opción es la compra de cocinas. Lo ideal sería poder montar cocinas comunitarias en los campos, pero al carecer estos de ningún tipo de organización ni de control no vemos posible realizarlo, pues podríamos provocar problemas.
Es la hora de comer y hemos quedado con el resto del grupo en Dikkimbura. Ellos están trabajando en el colegio y orfanato de Neth Savan Sarana. Se trata de un orfanato de niños discapacitados que tras el tsunami estuvieron 5 días sin comer, pues la poca ayuda que reciben del gobierno se suspendió para atender a las víctimas del tsunami. El trabajo aquí está resultando muy pesado. Hay que hacerlo todo con herramientas manuales, no hay máquinas, y por si fuera poco este asfixiante calor que no nos da tregua.
Durante la comida cambio de impresiones. Por la tarde hemos quedado con la directora del Hospital, Teaching Hospital Mahamodara, para hacerle entrega de los medicamentos que traemos desde España y de una báscula digital que hemos comprado a petición suya. La que tenían se la llevó el agua el día 26 de Diciembre. Nos agradece nuestra ayuda y nos dice que todo esto les va a ser de gran utilidad. Cuando salimos Shanta nos abraza uno por uno. Dice que este es el hospital al que viene él y su familia y que ahora gracias a nuestra ayuda le podrán atender mejor. Nos conmueve.
Saliendo vemos un pabellón de grandes ventanales sin cristales en el que se ven pacientes en camas. Preguntamos que es y nos dicen que es maternidad. Nos acercamos a echar un vitazo. Se trata de un pabellón diáfano a modo de aula en el que están hacinadas las madres que acaban de dar a luz junto con las que están a punto de hacerlo. Nos invita un médico a pasar. Vamos esquivando goteros, cunas de bebes, niños correteando. La gente nos saluda esbozando una sonrisa.
Vaya ya son las siete. Cómo pasa el tiempo. Es la hora de volver a nuestro guest house (casa de huéspedes), el Happy Rest, en Unawatuna. Todas las tardes a esta hora nos reunimos todo el grupo y cambiamos impresiones de cómo ha ido el día y distribuimos el trabajo para el día siguiente.
Un día mas estamos agotados, este calor acaba con cualquiera. Esperamos nuestra cena, arroz como no. Después debate saboreando una taza de té de Ceilán y a dormir. Mañana nos espera otro intenso y caluroso día.
Viernes 4 de Marzo de 2005
Vamos por la carretera que une Galle con Anangama, nos dirigimos a ver al Comandante M. S. Silva de la Sri Lankan Navy. Según nos informaron ayer es el responsable de los campos de refugiados del Distrito de Galle. A ambos lados de la carretera casas medio derrumbadas y montones de escombros que algunas máquinas están limpiando. Los que pueden trabajan en la reconstrucción de sus casas. Muchos han plantado una tienda de campaña o se han hecho una cabaña con hojas de cocotero en el solar de lo que fue su casa. Los menos afortunados se resignan a vivir en los campos de refugiados que se montaron con tiendas donadas tras el tsunami.
Estos campos se suceden a lo largo de la carretera. Paramos en uno de los mas grandes, 76 tiendas en las que viven otras tantas familias, pues queremos saber el nombre, ya que en el listado que nos ha dado la marina no aparece. Al parecer este listado no es muy completo. Hablamos con el responsable del campo que es simplemente uno de los afectados que vive allí y que se maneja mejor con el inglés. En este campo no hay vigilancia por parte de la marina, cosa lógica pues ni siquiera conocen de su existencia. Nos dice el nombre y le repetimos la pregunta que le hicimos ayer: ¿cuál es la primera necesidad que tenéis?. La respuesta es la misma: cocinas de gas.
El gobierno les da 26 kilos de arroz por familia y mes. Se quejan de la última partida recibida que al parecer procedía de Estados Unidos. Dicen que el arroz estaba pasado, que era blando.
Las tiendas fueron donadas por protección civil de Italia. Dentro hace un calor insoportable. Se trata de tiendas de lona gruesa con una única ventana que seguramente no fueron diseñadas para utilizarse en estas latitudes del planeta. Dentro de las tiendas no hay nada. Duermen sobre mantas que ponen en el suelo y los mas afortunados tienen alguna silla.
El agua la suministra La Marina. Un único depósito de agua con un pequeño grifo es lo que tienen para beber, asearse y cocinar. En nuestra opinión aquí hay muchas necesidades.
Seguimos nuestro camino. La verdad es que tampoco es mejor la condición de las familias que viven en las tiendas de campaña aisladas que continuamos viendo a ambos lados de la carretera.
Llegamos a la oficina del Comandante Silva. Es un tipo cordial que se interesa por lo que estamos haciendo y se muestra colaborador. Nos dice que la situación de los campos es provisional, entre seis meses y un año. Esto mismo nos dijeron ayer fuentes del Gobierno. Nos entrega un listado de necesidades y posibles actuaciones que se pueden acometer en los campos.
Nosotros no vemos muy claro que en un año estas familias tengan una vivienda. Nadie ha sabido decirnos si existe un plan estatal para la reconstrucción de las casas o quien va a financiar esa reconstrucción. Sabemos que alguna ONG está haciendo gestiones para la construcción
de casas y nos dicen que dentro de poco empieza el monzón y que mientras dure no se puede construir.
En cualquier caso nos imaginamos un año viviendo es esas condiciones, sin cama, ni mesa, ni silla, ni cocina y compartiendo el grifo de agua con otras 250 personas y se nos ponen los pelos de punta. Eso sin contar las terribles temperaturas que se alcanzan dentro de las tiendas.
Estudiamos el listado de necesidades que nos ha dado el Comandante. Vamos a las tiendas y preguntamos precios y cantidades en stock. Nuestro conductor, Shanta, se conoce todas las tiendas y nos hace ahorrar mucho tiempo. Con todos los datos recopilados pensamos que la mejor opción es la compra de cocinas. Lo ideal sería poder montar cocinas comunitarias en los campos, pero al carecer estos de ningún tipo de organización ni de control no vemos posible realizarlo, pues podríamos provocar problemas.
Es la hora de comer y hemos quedado con el resto del grupo en Dikkimbura. Ellos están trabajando en el colegio y orfanato de Neth Savan Sarana. Se trata de un orfanato de niños discapacitados que tras el tsunami estuvieron 5 días sin comer, pues la poca ayuda que reciben del gobierno se suspendió para atender a las víctimas del tsunami. El trabajo aquí está resultando muy pesado. Hay que hacerlo todo con herramientas manuales, no hay máquinas, y por si fuera poco este asfixiante calor que no nos da tregua.
Durante la comida cambio de impresiones. Por la tarde hemos quedado con la directora del Hospital, Teaching Hospital Mahamodara, para hacerle entrega de los medicamentos que traemos desde España y de una báscula digital que hemos comprado a petición suya. La que tenían se la llevó el agua el día 26 de Diciembre. Nos agradece nuestra ayuda y nos dice que todo esto les va a ser de gran utilidad. Cuando salimos Shanta nos abraza uno por uno. Dice que este es el hospital al que viene él y su familia y que ahora gracias a nuestra ayuda le podrán atender mejor. Nos conmueve.
Saliendo vemos un pabellón de grandes ventanales sin cristales en el que se ven pacientes en camas. Preguntamos que es y nos dicen que es maternidad. Nos acercamos a echar un vitazo. Se trata de un pabellón diáfano a modo de aula en el que están hacinadas las madres que acaban de dar a luz junto con las que están a punto de hacerlo. Nos invita un médico a pasar. Vamos esquivando goteros, cunas de bebes, niños correteando. La gente nos saluda esbozando una sonrisa.
Vaya ya son las siete. Cómo pasa el tiempo. Es la hora de volver a nuestro guest house (casa de huéspedes), el Happy Rest, en Unawatuna. Todas las tardes a esta hora nos reunimos todo el grupo y cambiamos impresiones de cómo ha ido el día y distribuimos el trabajo para el día siguiente.
Un día mas estamos agotados, este calor acaba con cualquiera. Esperamos nuestra cena, arroz como no. Después debate saboreando una taza de té de Ceilán y a dormir. Mañana nos espera otro intenso y caluroso día.