tanidya
e-mergencista experimentado
Los socorristas de DYA y Cruz Roja han realizado 4.000 actuaciones
El aumento de bañistas y el calor en julio han duplicado las atenciones habituales en las playas. En julio hubo 2.376 actuaciones y agosto fue normal

SAN SEBASTIÁN. DV. Los socorristas de las playas guipuzcoanas, tanto los de Cruz Roja como los de DYA, han desempeñado su labor sin agobios, a pesar del incremento del número de personas que este verano han abarrotado las arenas guipuzcoanas entre Hondarribia y Mutriku. Bien es cierto que los días nublados de agosto han reducido el porcentaje de bañistas de sol y mar. Sin embargo julio dio trabajo intenso a los socorristas de ambas entidades de ayuda.
La asociación DYA dispone de 40 voluntarios que vigilan y atienden las dos playas de Orio -Antilla y Oribarzar-, las tres de Mutriku -Mutriku, Ondarbeltz y Saturrarán- y las dos de Zumaia -Itzurun y Santiago-. Como mínimo hay cinco personas por playa y los días de más asistencia pueden llegar a siete y una enfermera. Por su parte, los socorristas de Cruz Roja son un centenar, de los que 40 se encuentran permanentemente en las tres playas donostiarras de La Concha, Ondarreta-Isla y Zurriola. El mayor número, veinte, están en ésta última, abierta al Cantábrico y expuesta a fuertes oleajes y corrientes. El resto se distribuyen en las de Hondarribia, Zarautz, Getaria -Malkorbe y Gaztetape- y Deba.
Iñaki Rodrigálvarez, coordinador de DYA, señala que «hay una sintonía perfecta con el verano pasado. Es decir, no ha existido una incidencia especialmente notable del incremento de turismo sobre las asistencias». Lo achaca a una meteorología irregular. «Sí es cierto que la segunda semana de julio, con temperaturas atípicamente altas, realizamos 250 asistencias. Es una cifra muy importante. Casi una tercera parte del total de los dos meses». Antes de cerrar el balance de la segunda quincena de junio, julio y agosto, DYA atendió 760 casos. «Aquella semana la asistencia a las playas fue terrible. Menos mal que no llegaron las medusas».
Cruz Roja trabajó a destajo en julio. Tanto calor en julio originó un llenazo absoluto en las playas, por lo que las actuaciones de sus socorristas duplicaron las cifras habituales. «Cortes, picaduras, heridas en las rocas y rescates del agua fueron contínuos», rememora Saratxo. En total, 1.872 ese mes, destacando las acciones en la Zurriola donostiarra, con 196 actuaciones y nada menos que 61 bañistas rescatados; las 403 de La Concha y otras 406 en Zarautz. Getaria mantuvo sus cifras (13

Cuidados especiales
Una situación excepcional es la que han vivido bañistas y socorristas de DYA en la playa urbana de Mutriku, donde se están realizando obras de remodelación de un puerto deportivo. «No existía en invierno. Se consiguió un tramo para que pudiera ser utilizada por los bañistas este verano. Ha quedado una playa más tranquila, pero más agreste por las obras». Algo similar a lo que ocurrió el año pasado en la oriotarra Antilla, también con obras periplayeras. «Ahora está perfectamente urbanizada y ha regresado toda la gente habitual».
DYA se ocupa, como quien dice, de playas de escasa presencia turística y con mucha gente de casa. Lo que puede ser una ventaja a la hora de prevenir, porque los habituales conocen los peligros de cada una de ellas, o un inconveniente más si alguien se lanza a mar abierto sin saber nada de las corrientes o el oleaje.
Rodrigálvarez comenta que «tiene esa doble faceta. Itxurun es muy usada por gente de Zumaia y alrededores, pero tiene su peligrosidad, a pesar de su hermosura. Es una playa difícil y DYA no baja la guardia. Este año no ha tenido tantas incidencias como el año pasado, que fue donde más casos tuvimos. Esta vez ha sido en la de Antilla, con muchas olas, muchos surferos y muchos bañistas a los que se debe prevenir para no sufrir con el oleaje», señala.
Para Cruz Roja, la vigilancia más atenta es para los niños hasta cuatro años, «con los que se deben extremar las precauciones en cuanto a hidratación y sol», recomendando que ni ellos ni los más mayores tomen el sol «entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde». Asimismo, recalcan el cuidado que debe tener aquella persona con antecedentes patológicos cardiovasculares, diabéticos, epilépticos, o asmáticos agudos. «Si no se encuentran bien deben avisar inmediatamente a los profesionales socorristas», ruega.
Golpes y corrientes
El traumatismo es el rey de las atenciones de la DYA «mucho más que las actuaciones dentro del agua para rescatar a personas», recalca Rodrigálvarez. Viene ligado por actividades lúdicas dentro y fuera del agua. Cortes en las rocas, con caparazones, conchas «y las tradicionales picaduras de los xabirones». Xalbera, xalbario o xabiron, como se le denomine, pero con la molesta picadura que se sufre en la planta del pie y tiene fácil solución en los botiquines playeros. Recalca que «esperamos que las medusas sigan sin aparecer, aunque suelen venir también en septiembre si sube el agua un par de grados».
En cambio, para los de Cruz Roja han sido los rescates en el agua. Andoni Saratxo, responsable de comunicación de Cruz Roja, señala la diferencia entre actuaciones, rescates de bañistas y de embarcaciones en este mes de agosto. «El mayor número se ha producido entre bañistas, arrastrados por las corrientes». El 77% de los salvamentos han sido gente que estaba en el agua y han tenido que ser devueltos a la arena. «En todos los casos estaba colocada la bandera amarilla, de precaución, o la roja de prohibición», recalca. El otro 23% era rescate de embarcaciones.
Lo que queda patente es que los bañistas cada vez respetan más la persona y la labor de los socorristas de DYA, perfectamente identificables con sus camisetas amarillas. «Se hace mucha insistencia en campañas de comunicación y mensajes de megafonía playera, en la señalización de las playas. La respetan y valoran cada año más, pero quizá demasiado poco a poco». Eso sí, cuando ponen bandera roja, los de DYA trabajan a fondo porque ninguno quiere quedarse sin su baño un día de calor o ese único día que ha podido ir a la playa. «Nos dicen que las ponemos para no trabajar, pero la verdad es que esos días son los de más dedicación porque hay que estar metido en la orilla sacando a la gente e intentándoles convencer de que sólo se pueden meter hasta las rodillas», cuenta Rodrigálvarez. «La gente es reacia a las banderas amarilla y roja, pero somos muy cuidadosos con los bañistas porque se trata de que disfruten, pero sin peligro». Y pone el caso de la zumaiarra Itxurun, muchas veces con señalización de precaución o peligro.
Precisamente en esta playa han realizado este año un experimento del que DYA se siente especialmente satisfecho: separar a base de banderas señalizadoras en la orilla las zonas de bañistas de los del surf o de uso de los discos de patinaje en la orilla, para evitar golpes y accidentes. «Es una buena solución acotar espacios».
Última edición: