He querido recordar, de mis clases de Historia de la Medicina, que hubo una época en la que los médicos se dieron cuenta de que no sabían nada, que su "Arte" se apoyaba en ideas sin fundamento real, transmitidas con ceremonial y parafernalia casi sagrados desde hacía siglos, con la certeza de que eran verdades absolutas. Comenzaron a sospechar que, quizá, sus purgaciones, sangrías y su lucha contra los "malos humores" era una guerra contra los gigantes de Don Alonso Quijano. En aquella época, los médicos cayeron en un "nihilismo terapéutico", pusieron bajo sospecha todo lo que sabían y hacían... y comenzaron de nuevo. Esto fue algo muy valiente, y la primera piedra de la moderna Medicina. Casi sin darnos cuenta , a lo largo de las últimas décadas hemos perdido parte de aquello que hacía que la nuestra no fuera tanto un arte como una ciencia: el método, la duda, el escepticismo, la necesidad de pruebas, el estudio....
Los sanitarios (médicos, paramédicos, enfermeros, técnicos, etc) hacemos muchas cosas basándonos en nuestra "experiencia", en lo que hacen los que nos rodean y de los que hemos aprendido, en lo que dicen los expertos, en lo que oí en un curso?dando por buena casi cualquier cosa que cae en nuestras manos, preferentemente si es moderna, original, nueva, los demás aún no la saben. Hace poco me di cuenta de algo que quiero compartir con vosotros para intentar ilustrar a qué me refiero. Entre los analgésicos derivados del opio encontramos la morfina y el fentanilo. Este último es 80-100 veces más potente que la morfina, tiene más de 50 años de historia y ha sido muy utilizado en anestesia. En mi medio ha ido desplazando, a empellones, a la morfina en la analgesia en el trauma. Pregunto a mi alrededor y la razón que esgrimen es unánime: "es muy potente", "es muy rápida". Ha ido pasándose de boca en boca su uso, y poner una ampolla de fentanilo se ha convertido ya en un gesto sagrado. Todos parecen (estoy exagerando) haberse convertido a una nueva fe.
Tuve curiosidad por encontrar fundamento a este cambio y encontré que la dosis que estamos utilizando es "equianalgesica" a la dosis standard de morfina... es 80 veces más potente, y por eso se administra una dosis casi 80 veces menor. El inicio de su efecto es 2-4 minutos más rápido que el de la morfina, pero su vida media es de 30 minutos frente a varias horas.
Es un excelente fármaco, su uso es correcto y los pacientes que lo reciben son perfectamente analgesiados, con menos efectos secundarios. Probablemente decida utilizarlo más a menudo. Pero no es eso lo que llama mi atención sino que decenas de compañeros míos, cansados de utilizar a diario uno y otro fármacos han llegado a atribuirle una propiedades de las que carece. "La experiencia es la madre de la ciencia"... pero no es ciencia. No es bueno bajarse de los hombros que nos deben sustentar.
Y si con ello no podemos curar ni aliviar... siempre nos queda consolar.