Artículo recogido de www.diariomedico.com
En el 11-M hubo exceso de hospitalizaciones leves
Un análisis ponderado del equipo de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, desvela los aciertos, y algunos excesos de celo, en la atención de las víctimas del 11-M.
En el último número de la revista Critical Care, el equipo de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, dirigido por José Enrique Guerrero Sanz, describe con la perspectiva y el mayor realismo que ofrece el paso del tiempo su experiencia asistencial con las 312 víctimas que llegaron al centro madrileño tras los trágicos atentados terroristas del 11-M.
Junto a la tan alabada reacción popular de solidaridad y al magnífico trabajo médico y de los servicios de emergencias, los autores hacen hincapié en el sobre-triaje, o exceso de ingresos hospitalarios no graves, que experimentaron ese día, y que pudo haber entorpecido las tareas de atención a los pacientes más graves si no hubiera concurrido una circunstancia providencial: la hora en que se cometieron los atentados.
"Las explosiones -escriben los intensivistas en su análisis- ocurrieron justo antes del comienzo de una nueva jornada en el hospital, cuando la mayoría de los facultativos y personal médico se encaminaban al centro o estaban ya en él, y los del turno de noche aún se encontraban allí. Esta circunstancia, junto con el hecho de que los quirófanos estuvieran vacíos y el personal preparándose para las primeras intervenciones, fue decisiva para una adecuada respuesta médica y quirúrgica en el Gregorio Maratón y en los otros centros. Si las explosiones se hubieran producido una hora más tarde, la situación habría sido mucho peor y más difícil de controlar".
De los 312 pacientes que llegaron al Gregorio Maratón, 62 tenían heridas superficiales o shock emocional, lo que significa un índice de sobre-triaje del 50 por ciento.
Según afirma Eric R. Frykberg, profesor de Cirugía en la Universidad de Florida, en un comentario adjunto al estudio del Gregorio Marañón, "el peligro con este grado de sobre-triaje radica en su potencial para desbordar los limitados recursos médicos y obstaculizar que los pacientes más graves sean rápidamente identificados y tratados".
¿Retrasos evitables?
Frykberg añade que, aunque los autores no piensan que esto interfiriera con sus tareas, ese 17,2 por ciento de mortalidad que tuvieron con los pacientes más graves quizá hubiera podido reducirse. "Un análisis objetivo de las muertes podría revelar retrasos evitables en el diagnóstico y tratamiento que no fueron inmediatamente percibidos. En concreto, una de las muertes se debió a una ruptura de aorta torácica en un paciente que había sido evaluado y admitido en la unidad de cuidados intensivos. ¿Podría haber sido identificado y tratado antes, o podría representar un descuido motivado por la confusión generada ante el exceso de víctimas menos graves?".
Para el profesor estadounidense, estas consideraciones que, lejos de constituir un reproche, buscan conclusiones aleccionadoras para escenarios futuros similares, insisten en la importancia de un adecuado triaje que prevenga, en la medida de lo posible, la llegada a los hospitales de víctimas menos graves que lo colapsen, mediante la acertada selección y clasificación en el lugar de los atentados. Afortunadamente, por las circunstancias mencionadas, los servicios de emergencias de la capital y los hospitales madrileños absorbieron con diligencia y maestría a las víctimas.
Uno de los aciertos clave en esa fatídica y caótica jornada fue la inmediata decisión de cancelar todas las intervenciones previstas en los 22 quirófanos del hospital, y el traslado a sus hogares de 161 pacientes hospitalizados en dos horas. Asimismo, varios pacientes que se hallaban en las unidades de cuidados intensivos, con un total de 28 camas, fueron evacuados a unidades de cuidados intermedios. Se acondicionó también la sala de recuperación, con 12 camas, para recibir a víctimas graves. Los 123 pacientes que estaban en observación en las salas de urgencias a la hora de los atentados fueron transferidos a su casa o a otras zonas del hospital y sólo 10 de ellos permanecían en urgencias a las 9,30 de la mañana, solo dos horas después de los atentados.
Al margen de las 62 víctimas con heridas superficiales, los restantes 250 pacientes tenían lesiones más severas. Los autores del análisis han utilizado los historiales de 243 de esos 250 pacientes para sus conclusiones. Así, 89 (el 28,5 por ciento del total de ingresados) estuvieron ingresados durante más de 24 horas, y 29 fueron catalogados como críticos. El 31 de marzo, sólo 30 pacientes permanecían ingresados, cinco de los cuales en condición crítica. El último fue dado de alta el 2 de agosto.
Cinco fallecidos
La mayoría de los atendidos llegaron andando al hospital y sus heridas eran moderadas o menores, y sólo requirieron vendajes o algunas suturas. Ningún paciente llegó muerto al hospital, pero cinco murieron al cabo del tiempo, dos de ellos justo después de ser admitidos. La única muerte de un paciente que había sobrevivido durante más de 24 horas se debió a un fallo orgánico múltiple, siete días después de su admisión.
"Las cinco muertes están incluidas en el grupo de 29 pacientes muy graves, por lo que nuestro índice de mortalidad en críticos fue del 17,2 por ciento", precisan los autores. "Si se excluyera a los dos pacientes que llegaron in extremis, entonces este índice de mortalidad sería del 11 por ciento".
Añaden que entre las 8 de la mañana y las cinco de la tarde se llevaron a cabo 34 intervenciones quirúrgicas en 32 pacientes.
"El sentido común, la diligencia en el triaje y la serenidad prevalecieron después del caos inicial y del trauma emocional comunes en estas situaciones. Hubo de hecho una abundancia de equipos médicos y de enfermería y recursos suficientes para tratar a los heridos más graves".
Donaciones desechadas
La respuesta masiva ante la petición de donaciones de sangre tras los atentados de Madrid es una característica más del patrón habitual en escenarios terroristas. No obstante, esta respuesta constituye un intento fallido de ayudar tanto a las instituciones públicas como a los servicios médicos que se enfrentan habitualmente a la escasez de sangre en periodos normales, según indica Eric Frykberg, en un comentario que acompaña al estudio. Se sabe que en las grandes tragedias la cantidad de sangre necesaria es poca, ya que sólo una pequeña parte de los heridos se encuentran en estado crítico y necesitan transfusiones. Tras los atentados del 11-S en Nueva York, más de 20.000 unidades donadas tuvieron que ser desechadas. Uno de los principales problemas que genera la respuesta masiva de la población es la paralización de los centros hospitalarios, agotando gran parte de sus recursos e impidiendo que el personal cualificado realice su actividad sanitaria. Esta reacción altruista sería mucho más eficaz si se pudiera organizar y canalizar a través de unidades establecidas fuera de los hospitales, donde no interfieran en su funcionamiento.
Sistema coordinado
Los autores del análisis agradecen los homenajes y reconocimientos recibidos por su tarea en el 11-M. No obstante, matizan que las autoridades sanitarias no deberían escudarse en la respuesta social ante un desastre de esta magnitud para no establecer un sistema regional y funcional de atención a víctimas del terrorismo, "sistema del que carecemos". Este plan requiere un compromiso determinado para educar planificar y coordinar los recursos financieros y unos servicios de emergencias bien provistos.
Por eso, como añade Eric Frykberg, los grandes centros hospitalarios deberían disponer de una infraestructura que respondiera de forma inmediata a desastres de este tipo, y que incluyera el personal y los elementos necesarios para atender a un gran número de pacientes. Asimismo, es necesario coordinar todas las fases de la evacuación, traslados, rescate y atención a los familiares.
De hecho, "en Connecticut existe un sistema de respuesta que incluye los centros de traumatismo de todo el estado en el que se coordina las distintas funciones de toda la red y que servirá como modelo para implantar en cualquier otra región o país".
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Un saludo
Iris
En el 11-M hubo exceso de hospitalizaciones leves
Un análisis ponderado del equipo de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, desvela los aciertos, y algunos excesos de celo, en la atención de las víctimas del 11-M.
En el último número de la revista Critical Care, el equipo de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, dirigido por José Enrique Guerrero Sanz, describe con la perspectiva y el mayor realismo que ofrece el paso del tiempo su experiencia asistencial con las 312 víctimas que llegaron al centro madrileño tras los trágicos atentados terroristas del 11-M.
Junto a la tan alabada reacción popular de solidaridad y al magnífico trabajo médico y de los servicios de emergencias, los autores hacen hincapié en el sobre-triaje, o exceso de ingresos hospitalarios no graves, que experimentaron ese día, y que pudo haber entorpecido las tareas de atención a los pacientes más graves si no hubiera concurrido una circunstancia providencial: la hora en que se cometieron los atentados.
"Las explosiones -escriben los intensivistas en su análisis- ocurrieron justo antes del comienzo de una nueva jornada en el hospital, cuando la mayoría de los facultativos y personal médico se encaminaban al centro o estaban ya en él, y los del turno de noche aún se encontraban allí. Esta circunstancia, junto con el hecho de que los quirófanos estuvieran vacíos y el personal preparándose para las primeras intervenciones, fue decisiva para una adecuada respuesta médica y quirúrgica en el Gregorio Maratón y en los otros centros. Si las explosiones se hubieran producido una hora más tarde, la situación habría sido mucho peor y más difícil de controlar".
De los 312 pacientes que llegaron al Gregorio Maratón, 62 tenían heridas superficiales o shock emocional, lo que significa un índice de sobre-triaje del 50 por ciento.
Según afirma Eric R. Frykberg, profesor de Cirugía en la Universidad de Florida, en un comentario adjunto al estudio del Gregorio Marañón, "el peligro con este grado de sobre-triaje radica en su potencial para desbordar los limitados recursos médicos y obstaculizar que los pacientes más graves sean rápidamente identificados y tratados".
¿Retrasos evitables?
Frykberg añade que, aunque los autores no piensan que esto interfiriera con sus tareas, ese 17,2 por ciento de mortalidad que tuvieron con los pacientes más graves quizá hubiera podido reducirse. "Un análisis objetivo de las muertes podría revelar retrasos evitables en el diagnóstico y tratamiento que no fueron inmediatamente percibidos. En concreto, una de las muertes se debió a una ruptura de aorta torácica en un paciente que había sido evaluado y admitido en la unidad de cuidados intensivos. ¿Podría haber sido identificado y tratado antes, o podría representar un descuido motivado por la confusión generada ante el exceso de víctimas menos graves?".
Para el profesor estadounidense, estas consideraciones que, lejos de constituir un reproche, buscan conclusiones aleccionadoras para escenarios futuros similares, insisten en la importancia de un adecuado triaje que prevenga, en la medida de lo posible, la llegada a los hospitales de víctimas menos graves que lo colapsen, mediante la acertada selección y clasificación en el lugar de los atentados. Afortunadamente, por las circunstancias mencionadas, los servicios de emergencias de la capital y los hospitales madrileños absorbieron con diligencia y maestría a las víctimas.
Uno de los aciertos clave en esa fatídica y caótica jornada fue la inmediata decisión de cancelar todas las intervenciones previstas en los 22 quirófanos del hospital, y el traslado a sus hogares de 161 pacientes hospitalizados en dos horas. Asimismo, varios pacientes que se hallaban en las unidades de cuidados intensivos, con un total de 28 camas, fueron evacuados a unidades de cuidados intermedios. Se acondicionó también la sala de recuperación, con 12 camas, para recibir a víctimas graves. Los 123 pacientes que estaban en observación en las salas de urgencias a la hora de los atentados fueron transferidos a su casa o a otras zonas del hospital y sólo 10 de ellos permanecían en urgencias a las 9,30 de la mañana, solo dos horas después de los atentados.
Al margen de las 62 víctimas con heridas superficiales, los restantes 250 pacientes tenían lesiones más severas. Los autores del análisis han utilizado los historiales de 243 de esos 250 pacientes para sus conclusiones. Así, 89 (el 28,5 por ciento del total de ingresados) estuvieron ingresados durante más de 24 horas, y 29 fueron catalogados como críticos. El 31 de marzo, sólo 30 pacientes permanecían ingresados, cinco de los cuales en condición crítica. El último fue dado de alta el 2 de agosto.
Cinco fallecidos
La mayoría de los atendidos llegaron andando al hospital y sus heridas eran moderadas o menores, y sólo requirieron vendajes o algunas suturas. Ningún paciente llegó muerto al hospital, pero cinco murieron al cabo del tiempo, dos de ellos justo después de ser admitidos. La única muerte de un paciente que había sobrevivido durante más de 24 horas se debió a un fallo orgánico múltiple, siete días después de su admisión.
"Las cinco muertes están incluidas en el grupo de 29 pacientes muy graves, por lo que nuestro índice de mortalidad en críticos fue del 17,2 por ciento", precisan los autores. "Si se excluyera a los dos pacientes que llegaron in extremis, entonces este índice de mortalidad sería del 11 por ciento".
Añaden que entre las 8 de la mañana y las cinco de la tarde se llevaron a cabo 34 intervenciones quirúrgicas en 32 pacientes.
"El sentido común, la diligencia en el triaje y la serenidad prevalecieron después del caos inicial y del trauma emocional comunes en estas situaciones. Hubo de hecho una abundancia de equipos médicos y de enfermería y recursos suficientes para tratar a los heridos más graves".
Donaciones desechadas
La respuesta masiva ante la petición de donaciones de sangre tras los atentados de Madrid es una característica más del patrón habitual en escenarios terroristas. No obstante, esta respuesta constituye un intento fallido de ayudar tanto a las instituciones públicas como a los servicios médicos que se enfrentan habitualmente a la escasez de sangre en periodos normales, según indica Eric Frykberg, en un comentario que acompaña al estudio. Se sabe que en las grandes tragedias la cantidad de sangre necesaria es poca, ya que sólo una pequeña parte de los heridos se encuentran en estado crítico y necesitan transfusiones. Tras los atentados del 11-S en Nueva York, más de 20.000 unidades donadas tuvieron que ser desechadas. Uno de los principales problemas que genera la respuesta masiva de la población es la paralización de los centros hospitalarios, agotando gran parte de sus recursos e impidiendo que el personal cualificado realice su actividad sanitaria. Esta reacción altruista sería mucho más eficaz si se pudiera organizar y canalizar a través de unidades establecidas fuera de los hospitales, donde no interfieran en su funcionamiento.
Sistema coordinado
Los autores del análisis agradecen los homenajes y reconocimientos recibidos por su tarea en el 11-M. No obstante, matizan que las autoridades sanitarias no deberían escudarse en la respuesta social ante un desastre de esta magnitud para no establecer un sistema regional y funcional de atención a víctimas del terrorismo, "sistema del que carecemos". Este plan requiere un compromiso determinado para educar planificar y coordinar los recursos financieros y unos servicios de emergencias bien provistos.
Por eso, como añade Eric Frykberg, los grandes centros hospitalarios deberían disponer de una infraestructura que respondiera de forma inmediata a desastres de este tipo, y que incluyera el personal y los elementos necesarios para atender a un gran número de pacientes. Asimismo, es necesario coordinar todas las fases de la evacuación, traslados, rescate y atención a los familiares.
De hecho, "en Connecticut existe un sistema de respuesta que incluye los centros de traumatismo de todo el estado en el que se coordina las distintas funciones de toda la red y que servirá como modelo para implantar en cualquier otra región o país".
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Un saludo
Iris