arrabal
e-mergencista experimentado
En Nacimiento, a mi parecer una de las bendiciones dentro de la Medicina
El recién nacido de Georges de la Tour, pintor de silencios Georges de la Tour. El recién nacido, 1645-1648. Óleo sobre lienzo 76 x 91 cm. Musée des Beaux-Arts, Rennes, Brittany, France.
Georges de la Tour, artífice de obras de enigmática belleza, dota a esta delicada escena de una cierta ambigüedad. Desviste al lienzo de atributos iconográficos sacros y a la vez nos desconcierta sabiamente con el tratamiento de la luz y el extático clima. La mujer que ayuda a la madre del niño porta una vela, que no es fácilmente visible en un rápido acercamiento visual, de forma que pudiera parecer que la claridad emana de la propia escena. El bebé, realmente un neonato, es un alarde de ternura y fidelidad naturalista. Aparece fajado, según aconsejaba la creencia de que el permitir el libre movimiento de los pequeños favorecía su enfriamiento y enfermedad, por lo que era corriente que a las pobres criaturas se les mantuviera rígidas hasta cumplir los seis meses.
La intimista escena atesora una "falsa simplicidad" técnica y figurativa. El tratamiento aparentemente es casi minimalista, pero, en realidad, el artista trabajaba la forma y el color con paciencia miniaturista y maduraba cada detalle para dotar a sus obras de una notable fuerza psicológica. El intenso claroscuro y el estatismo gestual crean esa tensión emocional, tan característica suya, que nos incita, más que a meramente contemplar, a imaginar, a poner en acción nosotros mismos, con nuestro "punto de vista", sus, sólo aparentemente, inmóviles actores. Su original "tenebrismo" resulta cálido, gracias a la morbidez de los volúmenes y la intensidad de los colores esculpidos por una luz genialmente orientada. El resultado es un ambiente de serenidad, una atmósfera suspendida que invita a la meditación.

El recién nacido de Georges de la Tour, pintor de silencios Georges de la Tour. El recién nacido, 1645-1648. Óleo sobre lienzo 76 x 91 cm. Musée des Beaux-Arts, Rennes, Brittany, France.
Georges de la Tour, artífice de obras de enigmática belleza, dota a esta delicada escena de una cierta ambigüedad. Desviste al lienzo de atributos iconográficos sacros y a la vez nos desconcierta sabiamente con el tratamiento de la luz y el extático clima. La mujer que ayuda a la madre del niño porta una vela, que no es fácilmente visible en un rápido acercamiento visual, de forma que pudiera parecer que la claridad emana de la propia escena. El bebé, realmente un neonato, es un alarde de ternura y fidelidad naturalista. Aparece fajado, según aconsejaba la creencia de que el permitir el libre movimiento de los pequeños favorecía su enfriamiento y enfermedad, por lo que era corriente que a las pobres criaturas se les mantuviera rígidas hasta cumplir los seis meses.
La intimista escena atesora una "falsa simplicidad" técnica y figurativa. El tratamiento aparentemente es casi minimalista, pero, en realidad, el artista trabajaba la forma y el color con paciencia miniaturista y maduraba cada detalle para dotar a sus obras de una notable fuerza psicológica. El intenso claroscuro y el estatismo gestual crean esa tensión emocional, tan característica suya, que nos incita, más que a meramente contemplar, a imaginar, a poner en acción nosotros mismos, con nuestro "punto de vista", sus, sólo aparentemente, inmóviles actores. Su original "tenebrismo" resulta cálido, gracias a la morbidez de los volúmenes y la intensidad de los colores esculpidos por una luz genialmente orientada. El resultado es un ambiente de serenidad, una atmósfera suspendida que invita a la meditación.